Cremas preparadas con huevos

octubre 11th, 2014 by

Estas cremas son muy finas y fáciles de preparar; se hacen, generalmente, con leche y maicena (harina de maíz). La maicena se vende en paquetes de medio y de un cuarto de kilo.

Cuando se quiere hacer una crema fina con maicena, después de cocida esta harina en la leche, debe pasarse por un colador; en seguida se pone a enfriar en una fuente, y antes de servirla hay que volver a pasarla por el colador, colocándolas entonces en el recipiente en que hayan de servirse.

La maicena reemplaza bien a los huevos, sobre todo en las cremas de chocolate y acarameladas.

Camuesa rehogada (compota)

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Se lavan y parten las frutas en pedacitos, quitándolas el corazón y la piel.

Se echan en una cacerola con vino blanco, canela y azúcar; se dejan cocer un poco con fuego suave, hasta que se haya evaporado como la tercera parte del caldo que contenían, y entonces pueden servirse.

Canelones peleños

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Es un dulce casero muy sabroso y tierno, cuando se hace como es debido, y que a pesar de su sencillez aparente, requiere habilidad, teniendo fama los que se confeccionan en el pueblo de Navalvillar de Pela.

Para una mitadilla de aceite dos de agua, o sea dos partes de agua y una de aceite. Para la mitadilla de aceite 15 centigramos de esencia de anís y canela y la cuarta parte de un cuartillo de aguardiente; harina, la que embeba, sin dejar la masa muy dura, para envolverla con facilidad en las cañas.

Después de bien trabajada la pasta se extiende con el rodillo y se corta en tiras alargadas de unos dos dedos de anchas, que se envuelven o enroscan en unos canutos de caña y se fríen en aceite hirviendo, quitando las cañas así que se van soltando de la masa; una vez frita ésta se sacan y, calientes, se les echa azúcar molida, mas si se quieren con miel, se pone ésta a cocer en una sartén con una poquita de agua, y así que sube se aparta y se le echa un poquito de aguardiente, bañándolos uno por uno en esta composición de miel.

Cañas

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Se hace una pasta con huevos, harina y agua templada; se trabaja bien y se divide en tiras estrechas y del tamaño que sea necesario, para cubrir con ellas unas cañas naturales, que se tendrán cortadas del tamaño y grueso que se quieran.

Envueltas las cañas por completo en la masa, y dejando sólo una punta descubierta para poder sacar las cañas por ella, se fríen en manteca hirviendo y se les da la vuelta hasta que queden doradas.

Hecho esto, se dejan enfriar para rellenarlas de crema fría y fina, echándolas después canela y azúcar por encima.

Caramelos de limón

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Se pone a cocer azúcar fina hasta que esté espesa; se aromatiza este almíbar con unas gotas de esencia de limón, dejándolo hervir unos momentos; se le hace tomar el punto de caramelo, vertiéndolo entonces sobre una tabla de mármol, ligeramente engrasada con aceite de almendras dulces; se cortan los caramelos del tamaño y forma que se quieran, valiéndose de un cuchillo engrasado con el mismo aceite.

También pueden hacerse poniendo el almíbar en moldes; de esta manera se hacen todos los caramelos de varios aromas y frutas, poniendo, en el almíbar lo que más agrade.

Caramelos

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Se hace un almíbar aromatizado con la esencia que más agrade, se le deja tomar el punto de caramelo, que será cuando, echando unas gotas de almíbar en agua fría, se cristalice.

Entonces se vierte sobre una piedra de mármol, ligeramente engrasada con aceite de almendras dulces, y se cortan con un cuchillo, engrasado también, cuando está templada la pasta.

Caracas

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Para tres huevos, muy batidos, un cuarterón de azúcar bien molida y un poco de canela.

Luego se le echa harina, hasta quedar la masa dura como la del pan; se extienden sobre un tablero al hacerlos, en la forma que más guste, y se fríen.

Cabello de ángel (fórmula breve)

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Se toman las cidras o calabazas, se abren y cuecen en una cacerola hasta que se desprenda el cabello de la cáscara; se ponen luego en un baño con agua fría, se limpia de corazón y semillas, y bien limpios se dejan en agua unas cuantas horas.

Se tiene el almíbar hecho y clarificado, se escurre bien el cabello y, cuando el almíbar hierve, se echa el cabello, un pedazo de canela y una cáscara de limón, dejándolo hervir con fuego lento, hasta que tomé su punto.

La proporción para este dulce es por cada libra de cabello, bien exprimido, libra y media de azúcar.

Cabello de ángel

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Se toma la calabaza o cidra con la mano izquierda, y con la derecha una espátula o palo para golpearla, hasta conseguir que se hagan rendijas en toda la corteza, haciendo saltar después ésta en pedazos pequeños con la punta de un cuchillo.

Limpia de corteza y simientes se ponen a hervir a fuego vivo los pedazos, que serán de seis a ocho centímetros de grandes, y cuando al coger un trozo entre los dedos ceda a la presión, se conocerá que está cocida.

Conseguido esto, se separa de la lumbre la caldera, y pasada una hora próximamente, se van apretando los trozos, uno por uno, con las puntas de los dedos, viendo entonces que se van soltando los hilos con facilidad. Se pasan entonces éstos a una caldera con agua, dejándola calentar y apartándola luego del fuego, dejándolos en reposo.

Entretanto se hace el almíbar, clarificando azúcar al punto de vela. Estando clarificado se retira de la lumbre, y escurriendo bien, sobre un escurridor de esparto, los hilos de la calabaza y apretándolos con la mano, para que suelten todo el agua, se van echando en pequeñas porciones dentro de la cacerola del almíbar, dejándolo hasta el día siguiente para que se penetre bien de él.

Entonces, para terminarlo, se le da un hervor hasta que adquiera otra vez el grado de vela.

Budín de albaricoques

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Para cuatro cucharadas grandes de azúcar, cuatro y media de almidón de maíz, tres de nueces molidas, media taza de coco rallado, otra media taza de leche, cuatro huevos y seis u ocho albaricoques, sanos y en buena sazón.

Se pelan y deshuesan los albaricoques, frotándolos sobre un colador para reducirlos a pasta. La mitad de esta pasta se coloca en una fuente, bonita o plato de vidrio.

La leche y el almidón de maíz se ponen en una cacerolita, moviéndolo despacio sobre la lumbre hasta que lleguen a hervir. En este momento se baten ligeramente las yemas de los huevos, mezclándolos con la leche; se añade el azúcar y se deja que cueza un poquito; se aparta del fuego, vertiéndolo en un plato.

Se baten las claras de los huevos hasta formar una espuma espesa y se juntan con ellas la otra mitad de los albaricoques, reuniéndolo todo con la salsa de leche, yemas y azúcar. Se mueve de vez en cuando hasta que esté fría, vertiéndola luego sobre la fuente o plato de cristal donde se puso la mitad de pasta de albaricoques; se deja enfriar y se adorna con las nueces y coco rallado, sirviéndose cuando esté completamente frío.