Este plato, excelente y sabroso, pero del que no debe abusarse, es poco conocido, pero muy apreciado.
Primeramente se cortan unos picatostes o rebanadas de pan de seis u ocho centímetros de largo por la mitad de ancho. Estas rebanadas se ponen a remojar, una vez cortadas, en aceite crudo.
Entretanto se prepara un picadillo con los hígados de raya crudos hechos pedazos grandes, mucho perejil, chalotas, cebolletas y alcaparras, esto último muy fino. Este picadillo se rehoga y cuece en una cacerola con mantequilla, apartándolo cuando esté.
Las rebanadas remojadas en aceite se fríen luego también en mantequilla y se colocan en una fuente después de preparadas. Para esto se untan primeramente con el picadillo finito, se pone después encima de cada rebanada un trocito de hígado de raya y un par de filetes de anchoas, y se cubre, por último, con otra capa del picadillo finito de hierbas.
Cuando estén así dispuestos todos los canapés, se espolvorean de pan rallado, que no sea duro, y se cubre la fuente con una tapadera que tenga algo de fuego, para que tome sólo un poco de color por la superficie.