La raya, de carne firme y dura, se conserva fresca mucho tiempo.
Se eligen pequeñitas, por ser más tiernas; se limpian cuidadosamente, se parten por la mitad a través de la fibra, se les quitan los bordes y las colas, se enharinan por todos sus lados y se fríen en aceite fino, sirviéndolas adornadas de perejil picado.