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ENVENENAMIENTO

TRATAMIENTO GENERAL DEL ENVENENAMIENTO


Cuando el medico es llamado para asistir a cualquiera persona que acaba de ser envenenada, y se ha pasado poco tiempo después que el veneno ha sido tomado, la primera cosa que hay que hacer es la de provocar o auxiliar los vómitos. Al efecto adminístrense 10 a 15 centigramos (2 a 3 granos) de tártaro emético, disueltos en una taza de agua fría, y concúrrase a la acción del medicamento dando a beber agua tibia, introduciendo los dedos en la garganta, o cosquilleando la úvula con las barbas de una pluma.

Si han transcurrido muchas horas después del envenenamiento, y si el veneno ha pasado ya a los intestinos, adminístrese una taza cada cinco minutos, de bebida emeto-purgante (agua, 500 gramos; emético, 5 centigramos; sulfato de magnesia, 60 gramos); o a falta de esto, 60 gramos (2 onzas) de aceito de ricino.

Cuando el veneno ha sido introducido bajo la forma de lavativa, preciso es, en lavativa también, administrar 60 gramos del aceite de ricino. Después trátese de neutralizar los malos efectos de la porción de veneno que puede haber quedado, mediante la administración de un antídoto, listo puede ser introducido con el agua destinada a evacuar la sustancia deletérea, y hasta conviene proceder de esta manera siempre que ambas indicaciones puedan ser ejecutadas.

Se deben, después, prescribir bebidas diuréticas, como la infusión de parietaria, o el cocimiento de grama, para expulsar con las orinas la porción del veneno que haya penetrado en los órganos.

Después se combatirán los accidentes que hubiere ocasionado el veneno. Si hubiera producido la inflamación intestinal, se aplicarán sobre el abdomen cataplasmas de linaza, o el enfermo tomará un baño templado. Adminístrense bebidas emolientes, como la infusión de linaza o agua azucarada. El caldo será el único alimento del enfermo al principio, y más tarde sopas de arroz, de pan, etc. Los alimentos más sólidos no serán permitidos sino en la convalecencia.

Combátanse los calambres, convulsiones y demás fenómenos nerviosos con los antiespasmódicos, tales como el éter, valeriana, infusión de hojas de naranjo; los dolores con opio; el narcotismo con el café y agua con vinagre. Los sinapismos, medicamentos excitantes tales como el acetato de amoniaco, infusión de menta, vino, aguardiente, etc., se emplearán si la vida pareciera extinguirse; pero si la reacción fuera exagerada, preciso será abstenerse de estos medios estimulantes.

Cuando el enfermo no pueda tragar el vomitivo ni otros medicamentos, se le introducirán en el estómago por medio de las sondas de goma elástica. No siendo posible tener a mano los antídotos, o cuando estos no existen, el tratamiento no será otro que el que acabamos de indicar; es decir, combatiránse los síntomas.

Si la sustancia deletérea hubiera sido tragada hace algún tiempo, o introducida en la economía por la piel, no hay duda que no deberá contarse con los eméticos, ni con los antídotos, sino que deberá examinarse la naturaleza de los síntomas y combatirlos con medios a propósito.

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