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ENVENENAMIENTO

EMÉTICO Y COMPUESTOS DE ANTIMONIO


Corresponde al antimonio y sus formas: kermes mineral, tártaro emético.

Si bien 1 a 2 gramos de emético pueden ocasionar accidentes mortales, no obstante eso, cuando el emético es administrado a la dosis de 10 a 15 centigramos en cortos intervalos y sucesivamente, puede tomarse 1 gramo en un día sin que se manifiesten síntomas de envenenamiento. Establécese la tolerancia, y la mucosa gastrointestinal solo se irrita ligeramente.

Entretanto ha habido ya ejemplos letales cuando el remedio ha sido administrado en dosis demasiado alta. Cosa singular, y digna de ser notada, es que en el mayor número de esos casos no se manifestaron vómitos ni evacuaciones alvinas; pero sí pulso bajo y frecuente, rostro pálido, cuerpo frío, síncope, y el enfermo sucumbía en estado de colapso.

Tratamiento.
Si los vómitos no se declarasen, provóquense titilando la úvula con los dedos. Adminístrese la solución de tanino: agua 100 gramos, tanino, 2 gramos; té muy cargado, infusión de café bien fuerte, la decocción de nuez de agallas o de quina.
Pero en el caso de vómitos, y si estos continuasen largo tiempo, dénse 20 gotas de láudano de Sydenham en una cucharada de agua fría. Combátanse las flegmasías consecutivas con cataplasmas e infusión de linaza.

Reactivos.
Caldeadas hasta el color rojo en crisol, con potasa y carbón, todas las preparaciones antimoniales dan antimonio metálico. Sus soluciones precipitan en amarillo por el ácido sulfhídrico y por el sulfuro de potasa o de cal.
La solución de emético da un precipitado blanco por la potasa, por el amoniaco, por las aguas de cal y de barita. El cloruro de platina da un precipitado amarillo. Los cocimientos de rosas rojas, de ratania, de agalla, precipitan el emético en blanco. Si son líquidas las materias que se examinan, fíltranse, y sirve el líquido obtenido; si son sólidas, hácese con ellas lo mismo, después de hervidas en agua destilada; y ensáyanse entonces los líquidos por los diversos reactivos que llevamos señalados.
Si esta primera operación deja alguna duda, precipítese el líquido por la agalla, séquese el depósito a un calor suave, y mézclese después con potasa; y calcinándolo todo en crisol se obtiene el antimomo metálico.
Las preparaciones antimoniales, hechas solubles y puestas en el aparato de Marsh, dan antimonio metálico.

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