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ALIMENTACIÓN DE ENFERMOS Y CONVALECIENTES

ANÁLISIS DE LA NUTRICIÓN DE LOS ENFERMOS


Artículo del Sr. Adrián, el erudito químico de París, director de la Sociedad francesa de productos farmacéuticos:

En primer lugar, conviene observar que los polvos de carne, que teóricamente ofrecen ciertas ventajas inapreciables para la alimentación de los enfermos, no han sido aceptados por ellos tan bien como se esperaba: han procurado e imaginado los médicos diversas fórmulas para lograr la ingestión sin repugnancia de estos alimentos, pero casi siempre no se consigue en las personas dedicadas, y desgraciadamente, en esta clase de personas es en la que se hallan los individuos cuya nutrición se hace insuficientemente. Debemos pues confesar que los polvos de carne son alimento casi in extremis, que sólo se tolera cuando hay absoluta necesidad y siempre con la mayor repugnancia.

Yo mismo me ocupé en este interesante asunto de los polvos de carne, y encontré en este estudio grandes dificultades: adopté la carne de vaca medio asada y deseché completamente la carne de caballo por ser muy cargada de principios que exhalan olor particular. Se me objetará que desaparecen estos inconvenientes con el tratamiento por el éter, pero no satisface a los fisiólogos la objeción; este procedimiento como también el que consiste en cocer la carne en agua, tiene por resultado inmediato el sacar de la carne todos los principios extractivos, esto es, toda la osmazoma y todas las materias peptógenas. Como bien lo demostró el Sr. Dujardin-Beaumetz en su reciente obra; “Lhygiéne alimentaire” las materias peptógenas tienen grande importancia en la nutrición según se comprueba.

Ahora bien, estos resultados se han obtenido estudiando la digestión de sujetos acometidos de fístulas gástricas, pero cuyo estómago estaba en estado normal desde el punto de vista gástrico; debo, pues, suponer que la influencia de las sustancias peptógenas ha de ser más importante en los enfermos ya enflaquecidos, cuyo estómago es más o menos perezoso. Tomando por base estos hechos, perfectamente elucidados y demostrados, que señalaron Hersen y Schilf y también nuestro docto colega el Sr Dujardin-Beaumetz, que acabo de citar, se puede afirmar que toda carne lavada y por consiguiente hervida debería ser excluida de la preparación de los polvos de carne.

Esta es la razón porque a pesar de los inconvenientes que desde el punto de vista comercial presenta la preparación de los polvos de carne que tienen olor, siempre traté de ceñirme a las prescripciones de la fisiología, sin hacer caso del gusto de los enfermos.

Pero si es importante que se conserven los principios extractivos y peptógenos de la carne, para que no deje ésta de tener todas sus propiedades, también se ha de conceder que los enfermos aceptan muy mal aquellos polvos, a causa de tener un gusto particular y algo fuerte.

Creo que al solo gusto más o menos desagradable de todos los polvos de carne se debe atribuir la dificultad que se encuentra para vulgarizar este procedimiento terapéutico de que se esperaba sacar tan buenos resultados. Los polvos de carne están expuestos también a otra crítica, y es que no suministran sino un alimento incompleto, rico sólo en ázoe e insuficiente en cuanto a la cantidad de carbono, y ésa es la razón porque ya se adoptó el recurso de mixturar los polvos de carne con los de lentejas, para imitar, si bien imperfectamente, la alimentación normal, representando así una especie de alimento completo.

Sin embargo hay mucha diferencia entre esta mixtura y un verdadero alimento completo, por faltarle muchos elementos para constituirlo.

Además el tipo es siempre el de un alimento cuya base son los polvos de carne, de gusto siempre desagradable: representan todas estas mixturas un medicamento alimenticio, pero no un verdadero alimento en el sentido gastronómico de la palabra.

Paréceme pues que si queremos conseguir un resultado por la alimentación forzosa, es necesario hacer que acepte el enfermo un alimento que bajo un volumen reducido, tenga verdadera forma culinaria y represente una de las más completas raciones de sustento.

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