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Teatro y cine - El Neoclasicismo y las tres unidades teatrales
El neoclasicismo francés o sea el imperio de la reglamentación
literaria, tuvo su Luis XIV:
Boileau (1636-1711). Sus consecuencias fueron dos siglos de reinado literario: el tiempo que va
de Racine a Víctor Hugo (1802-1885); de otro modo, del neoclasicismo al romanticismo, del
cenáculo Moliére La Fontaine-Racine y Boileau al prefacio de Cromwell.
Francia con su gran visión del teatro trajo a revisión uno de los más apasionantes problemas
estéticos: el de las tres unidades: unidad de acción, unidad de tiempo y unidad de lugar.
Francia es la que plantea el problema, pero Grecia la que lo creó, aunque de un modo relativo,
pues Aristóteles en su Poética no habla en ningún momento de las tres unidades. Para el
estagirita sólo hay una unidad fundamental: la de acción,
pues la de tiempo no la comenta
como unidad.
Boileau era el código poético, sus partidarios le dan existencia real y su riguroso precepto
"una acción sola en un lugar y un día" se impone como una fórmula nacional. Sin ser Boileau
el inventor de ninguna de ellas (pues la de lugar que es la última en incorporarse la añade
como tercera a las otras dos el francés Juan de Taille en 1572) se convierte en el juez de su
época.
Corneille no tuvo energía para imponerse; "prefirió eludirla con inocentes artificios". Del
insigne dramaturgo es la siguiente frase: "siempre me he arrepentido de haber hecho decir al
rey en Le Cid, que deseaba que Rodrigo descansase una o dos horas después de la derrota de
los moros... Lo hice para demostrar que el drama estaba dentro de las 24 horas". Todo eso no
está dicho en menoscabo de su obra, en donde los temas de la victoria del deber sobre la
pasión y la del triunfo del sentimiento religioso sobre el amor (Polyeucte) le dan categoría de
"padre de la tragedia francesa".