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Teatro y cine - El hombre y la magia del tiempo
Hay una conciencia histórica que determina el origen del teatro desde el punto de vista
griego, es decir que nos revela el nacimiento y el desarrollo de las formas que han de animar
la dramaturgia de todos los siglos. Y hay también una intuición que nos dice que el fenómeno
teatral no es sólo producto de la cultura, sino que es función natural del ser. El hombre lleva
en sí mismo una mezcla imperativa de necesidades, llámense sustancias religiosas, potencias
contra el mal, ansias insuperables de adivinación, disposiciones para el juego y para el amor,
capaces todas ellas y por sí mismas de crear formas mágicas y místicas en cualquier momento
de su existencia.
Antes que Grecia, el mundo de la magia crea al actor: el mago, mezcla de individuo
"representante" y "representativo" del poder oculto, que pretende dominar ciertas fuerzas
exteriores y utiliza toda suerte de elementos para dejar absorto al espectador. Y si estos
conceptos se amplían a las costumbres colectivas de los clanes, a quienes gustaba admirarse
adornados con los atributos animales y mimando sus expresiones características, tendremos
un conjunto de espectáculos que nos ofrecen las más variadas formas de esa misteriosa
naturaleza teatral.