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Teatro y cine – El cinematógrafo y su sentido
LA INTERPRETACION EN EL CINEMATOGRAFO
El arte del actor en el cinematógrafo continúa la misma trayectoria que le fuera marcada desde
sus orígenes: la de expresar los caracteres más diversos y plasmar los más sutiles matices en la
composición de tipos, y de vez en vez, crear tipos expresivos, trasuntos de una gran
personalidad artística: Carlos Chaplin, Greta Garbo y Bette Davis.
Esto en cuanto a lo que surge de la sustancia actor, del ser actor, porque la "manera", el
"estilo", la "técnica", que precisa el cinematógrafo para traducir en la pantalla la emoción y la
gracia, son propios de la evolución constante de todas las formas artísticas.
Es indiscutible que el cinematógrafo ha exigido una revisión en los estilos de expresión y ha
planteado diferencias fundamentales con la tradicional concepción del actor. La utilización del
"actor nato" no es lo más significativo del cinematógrafo, porque a ese tipo específico le es fácil
"ser más sobrio", "gesticular lo menos posible", "condensar la interpretación", "hacerla más
interior", es decir poner en juego todas las frases hechas que traducen la inquietud que asalta
frecuentemente a los directores cinematográficos mediocres y adventicios.
Lo que es privativo del cinematógrafo es la utilización del individuo no actor, es decir, de
aquel que pueda llevar a la pantalla una expresión espontánea sin que se opere en él todo el
proceso de reflexión y juego de expresión de que es capaz el actor nato. Así se ha visto cómo
el adolescente ha triunfado por sobre todos los "expresivos espontáneos" —así podrían
denominarse los no actores—, y cómo ha traducido los sentimientos de manera insuperable.
Lo mismo podría decirse de los diversos tipos que el cinematógrafo ha aprovechado, sin más
que explotar aquellas condiciones naturales que los han distinguido entre los mejores
ejemplares de una selecta galería de arquetipos cinematográficos.
Este es el aporte verdaderamente auténtico del arte de la pantalla. Se podría objetar que esos
tipos se seleccionan entre muchos, y que sólo salen victoriosos los que tienen aptitudes
expresivas excepcionales; pero a eso puede oponerse una concluyente afirmación: sólo son
utilizables para el cinematógrafo, pues para que el teatro los hiciera suyos necesitarían una
expresividad más organizada, volumen mayor de voz y, sobre todo, práctica en el dominio
del espectador.
Ese ser "expresivo espontáneo" es una de las conquistas del cinematógrafo y lo que va siendo
consustancial con él. Son las formas nuevas que progresivamente van creando su
independencia y su singularización, al mismo tiempo que enriquecen, llenan de inquietud e
invaden el campo del teatro. Mejor para ese arte secular que en su deseo no de "vivir" sino de
"cotpetir", va sintiéndose cada día con más necesidad de renacer y de vitalizarse.
Las imágenes fotográficas que representan instantes brevísimos de una acción determinada, al
pasar rápidamente por el objetivo se proyectan en la pantalla a una velocidad de 18 por
segundo, cantidad necesaria para crear la ilusión óptica del movimiento. Es así como el
cinematógrafo sintetiza su invención. Pero la curiosidad se desplaza del campo de los
aparatos de proyección, base de la cinematografía, hacia los más variados experimentos o
prácticas de las maneras de realizar las películas. Veamos los elementos principales.