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LITERATURA LATINA - Primer siglo de la era cristiana (14-117)
LOS PROSISTAS
La prosa se muestra durante este período en sus diversas manifestaciones. Entre Tito Livio y
Tácito no faltaron historiadores como VELEYO PATERCULO, autor de una Historia romana,
en dos
libros, escrita bajo el reinado de Tiberio; VALERIO MAXIMO, que en sus Nueve
libros de los hechos y dichos memorables nos ha legado una curiosa colección de anécdotas
y relatos cortos, y Q. CURCIO fumo, contemporáneo de Claudio, cuya Historia de Alejandro
Magno, obra más bien de
artista que de escrupuloso
narrador, es de lectura sumamente
sugestiva. Junto a Tácito merecen citarse algunos otros nombres: FLORO, autor de un
compendio de la historia
romana hasta los tiempos
de Augusto, y SUETONIO,
que,
basándose en parte en documentos oficiales, escribió la Vida de los doce Césares.
CAYO CORNELIO TACITO nació hacia el año 55 y floreció en tiempos de los Flavios, de
Nerva y de Trajano. Obtuvo cargos públicos de importancia, contrajo matrimonio con la hija
de Julio Agrícola y debió de morir entre los años 117 y 120. El Diálogo de los oradores, su
primera obra, es uno de los más profundos tratados de crítica literaria que nos ha legado la
antigüedad. En él se muestra Tácito apasionado admirador de la elocuencia antigua,
reconociendo, sin embargo, que a un nuevo estado social debía corresponder un arte
también nuevo. Entre la restante producción de este escritor (Germanio, descripción de las
costumbres comunes a este país y de las particulares a cada uno de sus pueblos, Vida de
Agrícola) destacan por su extraordinaria importancia las Historias, que abarcaban en su
totalidad los sucesos acaecidos desde la muerte de Nerón (68) hasta la de Domiciano (96), y
de las que sólo conservamos los cuatro primeros libros y el comienzo del quinto, y los
Anales, que arrancaban verosímilmente del fallecimiento de Augusto y enlazaban con el
comienzo de las Historias. Hasta nosotros sólo ha llegado la parte correspondiente al reinado
de Tiberio (con una laguna en el libro quinto, del que sólo queda el principio), el final del de
Claudio y la casi totalidad del de Nerón.
Si la elocuencia no cuenta en la época que nos ocupa con ninguna figura relevante, debido a
las circunstancias políticas a que hemos aludido varias veces, nos sale al paso, en cambio, un
filósofo de gran mérito: el cordobés L. ANNEO SENECA (4?-65), destacado representante de
las doctrinas estoicas en las letras romanas y autor de una dilatada producción, en parte
perdida: Doce libros de Diálogos (De la providencia, De la constancia del sabio, De la ira, en
tres libros, Consolación a Marcia, De la vida feliz, Del ocio, De la tranquilidad del espíritu,
De la brevedad de la vida, Consolación a Polibio y Consolación a su madre Helvia), De la
clemencia, en dos libros; De los beneficios, en siete, otros tantos de Cuestiones naturales y
veinte de Epístolas a Lucilio, sobre materias muy diversas, casi siempre de índole moral. 
La retórica está representada en este período por el español MARCO FABIO QUINTILIANO
(35?-95?), natural de Calahorra, y autor de las Instituciones oratorias, destinadas a la
formación del orador perfecto. La literatura científica ofrece algunos nombres importantes
(Frontino, Columela, Pomponio Mela, Plinio el mayor, etc.) y en el género epistolar sobresale
PLINIO EL JOVEN (61?-113), autor de nueve libros de Cartas, documento inapreciable para
el conocimiento de la vida literaria, costumbres, etc., de su época.