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LITERATURA ESPAÑOLA - Siglo XVI: plenitud renacentista
LA NOVELA
LOS LIBROS DE CABALLERIAS. - El tipo
de novela más difundido en toda la
primera
mitad del siglo XVI es el de la caballeresca que por muchos años, hasta aproximadamente
1530, comparte su inmensa boga con las novelas sentimentales de Juan de Flores y otros
autores.
Montalvo, después de completar la historia de Amadís, relató en otro libro, Las sergas de
Esplandián, las aventuras igualmente inauditas de su hijo. Amadís y Esplandián engendran
una innumerable familia de caballeros, Lisuarte, Florisel, Rogel de Grecia, Silves de la Selva,
cuyas hazañas cada vez más maravillosas relatarán escritores como Feliciano de Silva en un
estilo cada vez más ampuloso y artificial. Al linaje de los Amadises se une el de los
Palmerines: Don Duardos, Primaleón, Felixmarte de Hircania o Cirongilio de Tracia; la
caterva infinita de libros cuya lectura secó el cerebro de don Quijote.
Esta inmensa fortuna de la literatura caballeresca, reminiscencia medieval empapada del
idealismo renacentista, tiene significación no sólo como fenómeno literario, sino como
muestra de la apetencia por lo extraordinario que alimentaba la fiebre de aventuras de los
españoles. Su éxito se extendió más allá de España y dejó huellas en casi toda la literatura
europea; pero en España es en donde por estos años se multiplican todas las ficciones de
encantamientos, protección de doncellas cuitadas, hechos de valor sobrehumano y
enderezamiento de entuertos que disparaban la imaginación hacia un mundo irreal.
Moralistas como Luis Vives condenaron su lectura, críticos como Juan de Valdés censuraron
la falsedad de su estilo. Todo fue inútil. Los españoles de todas clases seguían leyendo libros
de caballerías como el hombre actual lee novelas detectivescas y probablemente no para
escapar de la realidad -"escapismo"- sino para satisfacer su sed de lances extraordinarios.
Sólo al surgir nuevas formas narrativas hacia 1550 empieza a decaer la literatura caballeresca,
que seguirá, sin embargo, cultivándose, ya en lamentable decadencia, hasta Cervantes.