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LITERATURA ESPAÑOLA - El siglo XV. Fin de la Edad Media. Prerrenacimiento
LA POESIA
EL MARQUES DE SANTILLANA Y JUAN DE MENA. - Entre los poetas de la corte de Juan
II sobresalen por la calidad de su verso, la altura de la inspiración o la variedad de temas
don Migo López de Mendoza (1398-1458) y Juan de Mena (1411.1456).
El primero, marqués de Santillana, fue uno de los grandes señores de su tiempo. Mecenas y
humanista, hizo traducir a Virgilio y a Ovidio. Su capellán tradujo el Fedón, de Platón.
Conocía las literaturas provenzal, francesa, italiana, gallega y catalana, de las cuales
juntamente con la castellana trazó un breve esbozo en su Carta proemio al Condestable don
Pedro de Portugal, el ejemplo más antiguo de crítica histórico-literaria en castellano.
Como poeta supera a todos sus contemporáneos en finura. Las serranillas y el villancico
compuesto para sus hijas, según el gusto de la poesía tradicional. Aunque considerados por
él como frutos menores de su inspiración, son de los más bellos que produce la poesía del
siglo XV y ocupan lugar permanente en las antologías. La variedad es, con la gracia elegante,
el carácter más saliente de su obra. Es poeta trovadoresco en los Dezires y Canciones;
filosófico y doctrinal en el Diálogo de Bias contra Fortuna, y en los Proverbios; imitador de
Dante y de Petrarca en el poema alegórico Comedieta de Ponza, en el Infierno de los
enamorados y los Sonetos hechos al itálico modo. Sin llegar nunca al encanto que tienen
algunas composiciones breves del marqués de Santillana, el cordobés Juan de Mena,
secretario de cartas latinas de Juan II, le aventaja probablemente en importancia histórica.
Escribió, como el resto de los poetas de esta época, toda clase de poesía, desde la satírica
hasta la devota. Pero su alto rango lo debe a ser el autor del poema El laberinto de Fortuna,
en doscientas noventa y siete octavas de arte mayor. Por la inspiración alegórico-filosófica, la
riqueza en símbolos, descripciones e imágenes, la novedad del vocabulario y la docta
imitación de Dante, Virgilio, Lucano y otros modelos, el poema de Mena representa el ápice
de la literatura culta en la España del siglo XV. De Mena parte la creación de un lenguaje
específicamente poético, que depurado de un excesivo cultismo -o predominio de formas
latinizantes- se mantendrá en los poetas posteriores.