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LITERATURA ESPAÑOLA - Siglos XII y XIII: de la época primitiva hasta Alfonso el Sabio
EL "CANTAR DE MIO CID" Y LA EPOPEYA CASTELLANA
VALOR, ARTE Y ESPIRITU. - El Poema del Cid no es simplemente una venerable reliquia
arqueológica. Es una obra viva. La investigación ha descubierto lo que tiene de valor
histórico, de exactitud en el relato de los hechos, en la descripción de los lugares y en el
reflejo de los usos y costumbres medievales. La sensibilidad moderna ve más bien en él la
riqueza del sentimiento y el encanto de su arte primitivo.
En la figura de Rodrigo Díaz supo encarnar el autor un concepto de lo heroico que persiste a
través de la literatura española. El héroe del Cantar no es un ser mítico, dotado de facultades
maravillosas o sobrenaturales. Es un hombre como los demás que por sus virtudes naturales
-valor, lealtad al rey, respeto a la justicia y a los otros hombres que con él se comportan
lealmente, fidelidad, amor paternal y fe religiosa-se eleva al heroísmo y pasa a ser arquetipo
humano. La realidad no se elude. A lo sumo se transforma poéticamente mediante una ligera
idealización.
Junto a esta actitud ante la realidad, se destacan en el Poema del Cid su sentido nacional y su
espíritu democrático. El primero es visible en el lugar que ocupa Castilla en la mente y en el
sentimiento de los desterrados, en el acatamiento a la autoridad del rey y en la ausencia de
rivalidades regionales, como la de castellanos y leoneses, visibles en otras canciones.
El espíritu democrático está presente en todo el poema. Se muestra en la elección misma de
una figura de la nobleza inferior para elevarla a la categoría heroica; en la igualdad con que
trata el Cid a sus compañeros; en el carácter de las virtudes que se exaltan, y en la manifiesta
hostilidad contra la soberbia de los nobles.
El fondo colectivo y popular de que nace el Mío Cid se ve bien en esas cualidades
preponderantes. El juglar no inventa, no crea el espíritu nacional y democrático que respira
toda la obra. Recoge más bien el tono vital e histórico de la Castilla primitiva, el condado
más pobre de cuantos se constituyeron en los siglos de la Reconquista, formado en la guerra
por montañeses rudos sin gran patrimonio que avanzan decididos por tierras despobladas y
fronterizas.
El arte del Cantar es elemental, sobrio. No tiene la variedad estilística ni la complejidad de
elementos de las gestas francesas. Posee, en cambio, una severidad de sentimiento y
expresión clásica casi homérica. Pero en su elementalidad de estilo el juglar alcanza notas
delicadas. Sabe comunicar a su auditorio la
angustia humana, crear la impresión de un
paisaje sombrío como el de la sierra de Miedes, evocar la hermosura de una salida de sol o
describir en media docena de versos la belleza risueña de la ciudad de Valencia, junto al mar,
que llena de asombro a los castellanos de la meseta. Pinta con exactitud la violencia y el
dinamismo de las batallas. En el tratamiento de los personajes demuestra una aguda
intuición psicológica. Nos hace sentir lo que pasa en el alma del Cid ante un mal agüero;
revela el torvo resentimiento de los infantes y gradúa con exactitud las relaciones del Cid
con los otros personajes: con el rey Alfonso, con el conde de 'Barcelona, con sus yernos. Sabe,
por último, y esto apenas si es comprensible en una obra tan temprana, individualizar, como
ya hemos apuntado, a un gran número de personajes.