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LITERATURA ESPAÑOLA - Siglos XII y XIII: de la época primitiva hasta Alfonso el Sabio
EL "CANTAR DE MIO CID" Y LA EPOPEYA CASTELLANA
COMPOSICION Y ASUNTO. - En el tercer cantar, "La afrenta de Corpes", como si el
anónimo juglar hubiera graduado los efectos con un sentido consciente de la composición, la
obra adquiere su máximo dramatismo y la figura del héroe se agranda, dentro siempre de
sus proporciones humanas, al pedir reparación de su honor mancillado por la felonía de sus
yernos. La nota patética, iniciada en la escena de la despedida familiar al principio del
poema, culmina en las escenas crueles del Robledo de Corpes en el dolor paternal del Cid
ante la afrenta de que han sido víctimas sus hijas. Los infantes de Carrión, que como otros
nobles que aparecen en el poema, el conde de Barcelona o García Ordóñez, están pintados en
él con un franco sentimiento de hostilidad, han sido objeto de burlas por su cobardía.
Deciden vengarse, piden permiso para volver con sus mujeres a Castilla y en el Robledo de
Corpes, un lugar solitario donde los montes son altos, las ramas pujan con las nubes y las
bestias son de "fiera guisa", azotan y escarnecen a doña Elvira y doña Sol, abandonándolas
casi muertas. El dolor del Cid, su indignación al enterarse de la felonía de sus yernos, no
tienen límite. Pero ya no es un ser de bárbaro instinto de venganza como los personajes de
otras gestas anteriores. Es hombre de justicia. Por eso envía mensajeros al rey, para que éste,
responsable de las bodas, castigue a los infantes y le devuelva su honor. Las escenas de las
cortes de Toledo donde el Cid y los suyos se enfrentan con todos los enemigos son quizá las
más intensas del poema. La dignidad y valentía del Cid, con su gran barba crecida, contrasta
con la fanfarronería cobarde de sus enemigos, los infantes de Carrión, García Ordóñez, Pero
Ansúrez. El Cid, siempre mesurado, pide primero que sus yernos le devuelvan los regalos
que les hizo, las dos espadas, "Colada" y "Tizón", y tres mil marcos de oro y plata. Satisfecha
la deuda material, queda por ventilar "la rencura mayor": la reparación de su honor. Viene
entonces el reto, lleno de incidentes en los que las gentes del Cid muestran una vez más la
superioridad humana sobre sus enemigos.
Como en el episodio del conde de Barcelona del primer cantar, el poeta utiliza en éste
algunos elementales recursos humorísticos. Así, en el reto de Pedro Bermúdez a Fernando o
al describir la entrada en la corte del hermano de los infantes, Asur González, que aparece
arrastrando el manto y rojo por los excesos que ha cometido en el almuerzo:
"Ansuor Goncalvez entrava por el palacio 
manto armiño e un brial rastrando; 
vermejo viene ca era almorzado,
En lo que fabló avie poco recabdo".
Por orden del rey, quedan concertados los desafíos entre los parientes del Cid y los de
Carrión. Antes de cerrarse las cortes, dos mensajeros piden la mano de las hijas del Cid para
los infantes de Navarra y Aragón. En la lid que se celebra después los traidores son vencidos.
El poema acaba con las segundas bodas de doña Elvira y doña Sol. Rodrigo Díaz ha pasado
de su triste condición de desterrado a ser un héroe respetado de todos, el señor de Valencia,
y a emparentar con los linajes más altos.
"Oy los reyes d'España sos parientes son
a todos alcatna ondra por el que en buena nació".
Y el juglar se despide del auditorio:
"Estas son las nuevas de mio Cid el campeador, 
en este logar se acaba esta razón."