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LITERATURA ESPAÑOLA - Siglo XVIII: Reforma, Enciclopedia y Neoclasicismo
LA EPOCA DE FEIJOO Y LUZAN
LA NOVELA: DIEGO DE TORRES VILLARROEL Y EL PADRE ISLA. - La novela es el único
género creador en el que aún se producen durante la primera mitad del siglo XVIII obras de
alguna calidad literaria gracias a la prosa satírico-narrativa
de DIEGO DE TORRES
VILLARROEL (16931770) y del jesuita JOSE FRANCISCO DE ISLA (1703-1781). En la obra
de ambos se advierte una confluencia interesante del humorismo realista de la picaresca con
la mentalidad crítico-reformadora de la nueva centuria.
El autor de la Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de
Torres Villarroel (17431758) fue un pícaro auténtico. Lo que en el siglo XVII era artificio
literario, punto de enfoque, para dar una determinada visión del mundo, se convierte en
verdadera biografía novelada, en memorias. El picarismo literario termina por encarnar en la
personalidad real de un escritor. Torres, ser inadaptado y estrafalario, cuenta con absoluta
desnudez humana los episodios poco edificantes de una existencia andariega e inquieta. Lo
nuevo es que en el reverso de la personalidad de Torres aparece una faceta inconcebible en el
siglo XVII: el espíritu reformador y científico. Su afición al estudio se manifiesta desde niño y,
ya hombre, como catedrático de matemáticas de la Universidad de Salamanca, da una de las
primeras batallas en favor de la ciencia moderna, combate la ignorancia general y ridiculiza,
con un sentido, análogo al de Feijóo, las falsas prácticas de los médicos.
El resto de la prosa de Torres interesa únicamente como curiosidad literaria y como
testimonio pintoresco de sus muchas actividades. Por sus almanaques, pronósticos y avisos,
que publicaba con el nombre del Gran Piscator de Salamanca -su ciudad natal- cobró fama
de astrólogo y adivino. Los sueños morales, entre ellos las Visiones y visitas de Torres con
don Francisco de Quevedo, son también prolongación de las formas satírico-didácticas de la
época anterior.
Fue además Torres poeta de tono personal. Imita, igual que en la prosa, el estilo del siglo
XVII, particularmente el de Quevedo, pero a veces, en sus composiciones ya serias, ya
jocosas, asoman los extraños contrastes de su temperamento o da una visión grotesca y
personal de la realidad. Algunas, además, tienen un carácter popular distinto del de la
poesía clásica e inician el popularismo vulgar y prosaico de parte de la poesía en los años
siguientes: la poesía de jácaras, tonadillas, etc.
Si descontamos por su peculiar mezcla de lo biográfico y lo novelesco la Vida de Diego de
Torres Villarroel, la única novela importante de este período es la Historia del famoso fray
Gerundio de Canzpazas (1758), del padre Isla, sátira contra la ignorancia y la pedantería de
los predicadores de su tiempo, en cuya ampulosa elocuencia se habían agudizado los vicios
del culteranismo. Isla imita a Cervantes en el tono satírico y a la novela picaresca en la
narración de la infancia, estudios y vida de su rústico y grotesco héroe. La novela carece de
trama. De acuerdo con lo que ocurre en el arte narrativo a fines del siglo XVII, está
compuesta por una serie de situaciones y episodios con escasa cohesión. No hay desarrollo
de carácter y la vida, sustancia de toda novela verdadera, aparece sólo como una serie de
cuadros aislados de la realidad -costumbres rústicas, eclesiásticas o algunos tipos bien
observados- cuya descripción detallada, incisiva, constituye el valor de la obra.
No hay duda de que Isla logra su propósito de satirizar con acierto los vicios mentales,
literarios y lingüísticos o las malas prácticas educativas y eclesiásticas de la época. Su novela
es una buena sátira y posee páginas de divertidas descripciones, de chispeante ingenio y de
excelente prosa castiza. Pero no es una gran creación literaria. El Fray Gerundio fue en su
siglo mucho más popular que la Vida de Torres Villarroel y más estimado por la crítica
posterior. Un lector actual es posible que encuentre más interés en la gracia desgarrada a
ratos y en el elemento de experiencia humana en la autobiografía del extravagante
matemático salmantino, que en las ironías un poco forzadas de Isla.
Otro título de gloria literaria del docto jesuita es la traducción de las Aventuras de Gil Blas
de Santillana, del francés Lesage, que, según Isla, había Lesage copiado su obra de un
antiguo original español. Nadie sostiene hoy la tesis de Isla que, por otra parte, él no debió
tomar muy en serio. Lo que sí es cierto es que la materia novelesca en que se inspiró Lesage
era íntegramente de origen español, aunque el picarismo aparezca en Gil Blas atenuado por
el sentido francés de la medida. En todo caso, la versión de Isla quedó incorporada a la
tradición de la picaresca española como su último fruto. El estilo de Gil Blas es superior al de
Fray Gerundio; en parte porque el tema lo hace menos pesado; puede aceptarse como
ejemplo de la mejor prosa del siglo, si bien no faltan en él algunos de sus defectos,
particularmente el uso de galicismos que tanto criticaba Isla en otros.
Por otras diversas obras y actividades, Isla, predicador de gran fama, profesor de teología y
hombre culto y de buen sentido, es una de las figuras ilustres en la cultura del siglo XVIII. Su
variada sabiduría y su espíritu ingenioso, abierto y tolerante se ven mejor que en las obras
más famosas en la colección de sus Cartas familiares.