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LITERATURA ESPAÑOLA - Siglo XVIII: Reforma, Enciclopedia y Neoclasicismo
LA EPOCA DE FEIJOO Y LUZAN
EL ESPIRITU CIENTIFICO Y CRITICO DEL PADRE FEIJOO. - Mientras se renueva así
lentamente el ambiente español, un monje benedictino, fray BENITO JERONIMO FEIJOO
(1676-1764) se consagra al estudio en una celda de su monasterio de San Vicente de Oviedo.
Los frutos de este estudio y sobre todo, el propósito que lo guía -la busca de la verdad- iban
a producir en España una profundísima remoción de las ideas aceptadas y a abrir un nuevo
capítulo en la historia de la cultura española.
Hasta cerca de los cincuenta años no publicó Feijóo nada de importancia. Las circunstancias
en que aparece su primer escrito son altamente significativas del carácter que su obra va a
tener y del modo cómo se plantea la lucha intelectual en el siglo XVIII En 1725 el médico
Martín Martínez da a la imprenta el libro Medicina escéptica y cirugía moderna con un
tratado de operaciones quirúrgicas. Era uno de los primeros ataques abiertos al falso método
escolástico de enseñar las ciencias que aún imperaba en las universidades españolas, causa
primordial del divorcio científico entre España y otros países europeos. Inmediatamente la
mentalidad tradicional vio el peligro que, como síntoma de una actitud renovadora,
significaba la tesis de Martín Martínez, y otro médico, Bernardo López de Araujo, escribió
una impugnación, cuyo título, largo y pintoresco como muchos en este tiempo, define ya el
propósito que le inspira: Centinela médico-aristotélica contra escépticos, en la cual se declara
ser más segura y firme la doctrina que
se enseña en las universidades españolas y los
grandes inconvenientes que se siguen de la secta escéptica pirrónica.
La impugnación de Araujo consistía en acusar de herético a Martín Martínez por haber
atacado indirectamente a Santo Tomás, el padre de la Escolástica. Entonces fue cuando el
monje benedictino de Oviedo sale por primera vez a palestra a defender a Martín Martínez,
para lo cual publica su Aprobación apologética del escepticismo médico. Demuestra la mala
fe de Araujo y sobre todo, asienta las dos premisas en que se apoyará toda su crítica: que
combatir a Aristóteles y la Escolástica no era herejía contra la Iglesia y que la Escolástica,
sobre todo en la forma degenerada que se practicaba en las universidades, era un medio
inútil y contraproducente para descubrir la verdad.
Iniciada así su campaña en favor de la cultura, el año siguiente empieza Feijóo la publicación
de su obra El teatro crítico universal o discursos varios en todo género de materias para
desengaño de errores comunes (1727-39), a la que siguieron las Cartas eruditas y curiosas en
que por la mayor parte se continúa el designio del teatro crítico universal, impugnando o
reduciendo a dudosas varias opiniones comunes. (1742-60). Constan ambas obras en total de
trece volúmenes y doscientas ochenta y una disertaciones sobre toda clase de temas:
supersticiones, milagros, mitos, prejuicios y falsas creencias religiosas, físicas, históricas,
literarias, éticas, filosóficas, estéticas, geográficas, etc. En esta masa de información y crítica
se pueden separar como más importantes tres grupos: los ensayos encaminados a combatir
supersticiones, el más numeroso y típico; los que tratan de materias científicas, cuyo valor
fundamental consiste en divulgar los nuevos conocimientos; y los que tratan de temas
filosóficos.
Lo trascendente en sí no era la información, que aunque extraordinaria, era casi siempre de
segunda mano, sino el criterio, el propósito firme de perseguir la verdad.
A casi todos los campos del saber trae Feijóo un punto de vista nuevo para su tiempo y una
mente limpia de prejuicios. En el campo de las ciencias biológicas, y más concretamente de la
medicina, el doctor Gregorio Marañón ha demostrado juntamente la originalidad de Feijóo y
lo preciso de sus ideas. En el de la estética, por ejemplo, uno de los que más cultivó,
proclama en Razón del gusto, en El no sé qué o en La elocuencia es naturaleza y no arte, que
el arte verdadero es creación y no imitación o sujeción a reglas. En el de la lengua se muestra
partidario de la introducción de voces nuevas, frente al purismo excesivo y atrofiador.
Condena el falso patriotismo, defiende la educación de la mujer, alaba la profesión literaria.
Hasta en el terreno moral, en tanto que condena el lujo, la vagancia, la pedantería y el
señoritismo de los petimetres, se muestra respetuoso con los instintos y le parece mala la
moral que vaya contra la naturaleza.
Por el saber, por la libertad inquisitiva de su mente, Feijóo es el primero y el más importante
de los espíritus que en España reflejan el movimiento de la Ilustración y de la Enciclopedia,
de las "luces", caracterizado por la actitud crítica frente a la tradición y por la revisión
racional de valores.
La enorme influencia que no sólo en España, sino en todo el mundo de habla española
ejerció la obra de Feijóo se probaría por la obra de muchos discípulos y por la
recomendación que el cabildo de Buenos Aires hizo al virrey Vértiz para la reforma de la
enseñanza: "que las inútiles especulaciones sean reemplazadas por el estudio de la
naturaleza... para que seamos guiados por la sabia y prudente mano del ilustre Feijóo".
Como escritor, en lo que se refiere a la renovación de la lengua, cuestión importante en el
siglo XVIII, Feijóo no es de los mejores estilistas de su tiempo; pero, como no podía por
menos de ocurrir tratándose de un escritor de actitud tan nueva, su lengua presenta ciertos
rasgos interesantes y modernos, especialmente precisión, agilidad e ingenio, que
contrarrestan la monotonía, y la abundancia de galicismos que son sus mayores defectos.