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LITERATURA ESPAÑOLA - El Romanticismo (1808-1850)
LA TRANSICION AL NUEVO SIGLO
QUINTANA Y LA POESIA PRERROMANTICA. - El impulso dado a la renovación poética
por los líricos de la escuela de Salamanca y por una personalidad como la de Meléndez
Valdés explica el hecho de que sea la poesía el solo género que dé muestras de cierta
vitalidad. El verso sigue siendo neoclásico; en temas y en espíritu se olvida casi por completo
el bucolismo anacreóntico y se acentúa el sentimentalismo humanitarista que ahora va a
combinarse con el fervor patriótico liberal provocado por la guerra. Es interesante recordar
la extensión que alcanzaron las sátiras populares y hasta populacheras contra los franceses y
luego contra los políticos del bando opuesto.
Hay bastantes poetas que siguen las tendencias apuntadas:,JOSE SOMOZA, JUAN
BAUTISTA ARRIAZA, JUAN NICASIO GALLEGO, JUAN MARTIN MAURY, MANUEL
BARTOLOME GALLARDO, MANUEL DE CABANYES y un grupo que inicia, a fines del
XVIII, en Sevilla un movimiento de renovación poética paralelo al iniciado en Salamanca,
formado especialmente por cuatro escritores de personalidad fina, cultos, humanistas,
buenos conocedores de la lengua clásica: FELIX JOSE REINOSO, MANUEL MARIA
ARJONA, JOSE MARIA BLANCO WHITE (que escribió luego en lengua inglesa) y
ALBERTO LISTA, poeta éste de elevada inspiración religiosa y maestro muy respetado de la
joven generación romántica.
Mas el escritor que descuella sobre todos y el principal discípulo de Meléndez Valdés es
MANUEL JOSE QUINTANA
(1772-1857), verbo lírico del espíritu liberal y de la poesía
declamatoria en esta época. El gusto retórico de parte de la crítica ochocentista puso su
nombre por encima de casi todos los poetas castellanos; el gusto de nuestro siglo ha rebajado
un poco el valor de Quintana y no ve en muchas de sus poesías más que una especie de
arengas políticas en verso. A pesar de ello nadie puede disputarle ni el que fuera la primera
figura literaria de su tiempo ni el influjo que ejerció sobre sus contemporáneos y los
románticos. Mucha de la poesía liberal de éstos se inspira en el magisterio de Quintana.
Su estilo poético representa la transición del neoclasicismo sentimental y elegíaco de fines
del siglo XVIII al neoclasicismo revolucionario y patriótico. La poesía de Quintana es todavía
clásica en la forma, en el lenguaje, pero es ya romántica en la pasión con que utiliza el verso
como instrumento de incitación contra la tiranía o en defensa de la libertad y el progreso. Es
ya un "poeta civil". Canta a la ciencia como fuente de liberación del hombre y de la
fraternidad entre los pueblos: A la invención de la imprenta, A la expedición española para
propagar la vacuna en América. Apostrofa a sus compatriotas para que expulsen al invasor o
combatan la tiranía: Al armamento de las provincias españolas, A España después de la
revolución de mayo. Invoca la gloria de las antiguas libertades castellanas en la oda A Juan
de Padilla, o maldice el despotismo de Felipe II en El panteón del Escorial, su poema más
interesante como muestra del estilo prerromántico. Evoca en él la imagen de los reyes de la
Casa de Austria con una escenografía nocturna, funeraria y de "sierras nevadas y fragosas".
La figura de Quintana fue importante en otros muchos aspectos. Fue secretario de la Junta
Central; redactor del Semanario Patriótico, fundador de la revista Variedades de ciencia,
literatura y arte; y autor de la antología Poesías selectas castellanas, las tragedias El duque de
Viseo y Pelayo; los vidas de Meléndez Valdés y Cervantes, y la colección de biografías
históricas Vidas de españoles célebres (El Cid, Guzmán el Bueno, don Alvaro de Luna,
Pizarro, el padre Las Casas, etc.).
Algunas de estas obras son posteriores a 1813, fecha en la que puede decirse que se apaga el
fuego de su inspiración y enmudece la lira del "Tirteo español", título apropiado que le
dieron sus contemporáneos. Sufrió a partir de ese momento varias persecuciones de la
tiranía fernandina. Aunque luego se le hizo preceptor de la reina Isabel II y se le coronó
como poeta nacional, es el suyo un caso claro de escritor que sobrevive a su gloria. Vivió
hasta los ochenta años como un anciano venerable, pero un poco pasado de moda.