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LITERATURA ESPAÑOLA - El Romanticismo (1808-1850)
EL TEATRO
Entre el estreno de Don Alvaro y el de Don Juan Tenorio se representan dos dramas que
consolidan el triunfo de la nueva escuela y merecen contarse entre las producciones valiosas
del romanticismo: El trovador, de ANTONIO GARCIA GUTIERREZ (1812-1884), estrenado
con éxito clamoroso, en 1836, y Los amantes de Teruel (1837), de JUAN EUGENIO
HARTZENBUSCH (1806-1880).
El trovador dramatiza un tema legendario de la edad media aragonesa. Tiene un héroe,
Manrique, en el que se acusa aun con mayor carácter sentimental y novelesco la imagen del
protagonista romántico y una historia complicada de amores, conjuraciones y venganzas.
Lucha de dos hermanos motivada por rivalidades amorosas y políticas. Una vieja gitana,
Azucena, poseída de furor vengativo. El ambiente caballeresco y exótico. Palacio de la
Aljafería, convento, las cuevas de los gitanos, alumbradas por las hogueras en la noche,
campamento de rebeldes, un calabozo oscuro. Versos de lirismo melancólico. Patetismo,
color, musicalidad. Casi sin ninguna variación, pasó a ser, con la partitura de Verdi, una de
las óperas más conocidas y típicas del repertorio romántico.
Los amantes de Teruel, basado en una hermosa leyenda utilizada ya por Tirso y Pérez de
Montalbán en el teatro clásico, se distingue por un lirismo menos fogoso que el de El
trovador y la mesura en la sublimación de la fidelidad amorosa. Los amantes -Diego e Isabel-
son víctimas de una pasión inevitable. Mueren de dolor porque el deber y la vida los han
separado para unirse en un mundo donde nada los puede separar.
Tanto García Gutiérrez como Hartzenbusch escribieron otros numerosos dramas y la
evolución de su teatro ilustra bien el fenómeno que hemos observado ya en Rivas y Zorrilla:
la derivación hacia lo histórico: con un cierto contenido liberal e ideológico en varios dramas
de García Gutiérrez: Venganza catalana y Juan Lorenzo; de tipo épico tradicional en
Hartzenbusch: La jura de Santa Gadea, que dramatiza una leyenda del Cid.
Entre otros dramaturgos de idéntica tendencia pueden citarse ANTONIO GIL Y ZARATE,
TOMAS RODRIGUEZ RUBI y PATRICIO DE LA ESCOSURA.
Un hombre de teatro muy famoso en su tiempo -nacido en Buenos Aires- VENTURA DE LA
VEGA (1807-1865), representa lo que se ha llamado el eclecticismo: escribió dramas
históricos con un sentido más clásico que romántico, algunas tragedias como La muerte de
César; adaptaciones de comedias francesas, especialmente de Scribe; y comedias originales
de carácter intermedio entre las de Moratín y la moderna comedia de crítica social. La mejor
es El hombre de mundo. Es, finalmente, uno de los iniciadores de la zarzuela moderna.
Atención especial merecería la obra de MANUEL BRETON DE LOS HERREROS (1796-1873),
poeta, periodista, fecundo traductor del teatro francés y refundidor de comedias españolas
antiguas,
personalidad muy típica de su tiempo.
Es el mejor continuador y discípulo de
Moratín. No posee su exquisita corrección, pero le aventaja quizás en naturalidad y vena
cómica, cualidades por las
que sobresalen sus comedias satíricas de
la clase media como
Marcela, Muérete
y verás, El pelo de la dehesa, etc. Representa el teatro de costumbres
burguesas paralelo de la prosa costumbristas de Mesonero Romanos.