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LITERATURA ESPAÑOLA - El Romanticismo (1808-1850)
LA POESIA
Junto a Rivas, Espronceda y Zorrilla, numerosos poetas secundarios, y entre ellos algunos
muy estimables, hacen del romanticismo un momento de cierta plenitud poética. En tanto
que el drama está hoy casi enteramente olvidado, parte de la poesía romántica de los líricos
menores se lee aún con placer; tiene valor permanente. En todos se advierten las huellas de
los maestros: el estilo plástico de Rivas con sus intentos de recreación histórica; la inspiración
nacional de la leyenda a lo Zorrilla; los temas y sentimientos líricos de Espronceda o de
poetas extranjeros como Hugo, Byron o Lamartine. Se trata de una poesía bastante uniforme
en versificación, lenguaje, temas y sensibilidad. Pero dentro de los aspectos comunes se
transparenta la voz propia de varios poetas; voz con frecuencia más pura, de mayor
autenticidad, que la de los poetas mayores. En éstos -Espronceda y Zorrilla- a veces pesa
demasiado la retórica, la pompa, la afectación. Por el contrario algunos líricos de obra más
limitada nos sorprenden por la delicadeza o sinceridad de sus sentimientos y la finura de
expresión.
Tal es el caso de ENRIQUE GIL Y CARRASCO (1815-48), poeta melancólico de tintas suaves,
cantor de la naturaleza en sus aspectos más tenues: La violeta, La niebla, La gota de rocío.
De lirismo enfermizo, sensual y de estilo luminoso, fácil, lleno de color pero sorprendente
por lo intenso de su pasión, es la poesía del eclesiástico valenciano JUAN AROLAS (1805-
1849), cuya imaginación encendida por visiones deslumbradoras de un orientalismo
voluptuoso le hizo terminar en la locura. Sus poesías más características son La odalisca, La
canción de Alí, entre las orientales, y Sé más feliz que yo, entre las puramente líricas.
NICOMEDES PASTOR DIAZ (1811.1866), gallego, representa con Gil y Carrasco, la poesía
céltica, nórdica, pero en forma mucho más violenta y sombría, pesimista. Es el poeta de lo
oscuro. Véase La mariposa negra, La sirena negra, En mi inspiración.
Un sevillano, GABRIEL GARCIA TASSARA (1817-75), poeta de estro religioso y filosófico,
reanuda la tradición grandilocuente de Herrera. Un catalán, PABLO PIFERRER (1818-48), y
un salmantino, VENTURA RUIZ AGUILERA (1820-1881), inician el retorno hacia la lírica de
la tradición popular. Podrían citarse otros muchos nombres entre los poetas típicamente
románticos, pero nos limitaremos ya a llamar la atención sobre algunas tendencias especiales.
La continuación de una poesía de tradición clásica académica que admite, sin embargo,
elementos de la nueva escuela, representada por ALBERTO LISTA, VENTURA DE LA
VEGA y JUAN GONZALEZ DE LA PEZUELA, conde DE CUESTE, traductor de Dante,
Camoens, añosto y Tasso.
La poesía femenina está representada por CAROLINA CORONADO, temperamento dulce y
sensible, y por la cubana
GERTRUDIS GOMEZ DE AVELLANEDA, personalidad muy
interesante y bien dotada, que descolló como poetisa de variados sentimientos y de técnica
muy rica, y como autora de algunos dramas inspirados. Su personalidad pertenece al
romanticismo español por haber vivido largo tiempo en España, muy identificada con el
movimiento, pero acusa ya notas que tendrá la poesía hispanoamericana.
Abunda también en esta época la poesía cómico-satírica, representada por BRETON DE LOS
HERREROS y JUAN MARTINEZ VILLEGAS, y enderezada casi siempre a burlarse en forma
generalmente un poco tosca de las exageraciones románticas.
Por último, durante el romanticismo se opera un fenómeno importante. Nos referimos al
renacimiento de la antigua lírica regional, iniciado en Cataluña por
BUENAVENTURA
CARLOS ARIBAU y en Galicia por un grupo de poetas entre los que sobresaldrá un poco
después ROSALIA DE CASTRO, poetisa de extraordinaria sensibilidad y genio lírico.