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LITERATURA ESPAÑOLA - El Romanticismo (1808-1850)
ESPRONCEDA Y ZORRILLA: LOS POETAS MAYORES DEL ROMANTICISMO
LA OBRA. - Una parte de la producción literaria de Espronceda -la novela histórica Sancho
Saldaña, una tragedia, dos comedias y algunos folletos en prosa- contribuyó escasamente a
su gloria. Esta se debe casi por completo a la colección de Poesías líricas, publicada en 1840,
en la que reúne desde los primeros versos juveniles hasta las obras de madurez: las poesías
cortas, la leyenda El estudiante de Salamanca y El diablo mundo.
Los fragmentos conservados del poema Pelayo, su primera obra, y algunas poesías escritas
en la adolescencia tienen el interés de mostrar la iniciación de un poeta joven que pugna por
crearse un estilo imitando los buenos modelos del neoclasicismo, Meléndez Valdés,
Quintana, el duque de Rivas y a algunos poetas antiguos, entre los cuales puede recordarse a
Góngora.
En la poesía de inspiración plenamente romántica, el mundo lírico de Espronceda tiene
como motivos descollantes la pasión por la libertad y la pasión amorosa.
El tema de la libertad toma formas muy varias según se combine con otros temas o
sentimientos. En conjunción con el sentimiento patriótico y la nota civil política aparece en
las composiciones A la patria, Al dos de mayo o en cantos a los héroes de las luchas liberales:
A la muerte de Chapalangarra, el Soneto a Torrijos. Otro grupo está formado por poesías de
exaltación bélica en las cuales la guerra se justifica como instrumento de la libertad y
rebelión contra la tiranía: A la degradación de Europa, el Canto del cosaco.
Muy esproncediano es también la poesía que ensalza la libertad como sentimiento
individual, ya glorificando al rebelde que impone su propia ley, Canción del pirata, una de
las composiciones más vigorosas de Espronceda, ya vindicando a los miserables, víctimas de
una sociedad injusta, El verdugo, El reo de muerte, El mendigo o a la mujer caída en el vicio,
A Jarifa en una orgía.
En esta última canción quizá la más típica de la musa atormentada del romanticismo, el
sentimiento de libertad se funde con el otro tema más característico de Espronceda: el del
amor fracasado porque el ansia de placer destruye la pureza infantil, los nobles anhelos. El
poeta duda con sarcasmo de la virtud, de la religión, hasta del arte. El placer es la única
realidad. Son los mismos sentimientos -desilusión, hastío, lamentación del placer perdido,
rebelión contra la realidad de la vida- los que se expresan con un lirismo más contenido,
pero no menos pesimista, en A una estrella, superior quizás en cuanto a calidad poética, y
con un acento personal, elegíaco, como un grito de pasión, resuelta a través del recuerdo en
una emoción humana en las cuarenta y cuatro octavas reales del Canto a Teresa, lo más
duradero de toda la poesía del romanticismo español. Todos los estados del alma del poeta,
desde la ilusión juvenil por el arte, la vida y el amor, hasta la amargura de un desengaño
definitivo, están registrados con un tono vibrante en este "desahogo del corazón" que forma
la segunda parte de El diablo mundo, sin tener relación alguna con el resto de la obra.
Hay en la poesía de Espronceda otros temas menores -la religión, el sentimiento evocador
del pasado, la naturaleza-, que no presentan el relieve de los que hemos destacado. Junto a
algunos de estos poemas cortos y, sobre todo, el Canto a Teresa, lo más valioso de la lírica de
Espronceda, quizá su obra maestra, es la leyenda El estudiante de Salamanca, en la cual el
lirismo se objetiviza y funde con la poesía narrativa y dramática. Es el único poema
legendario que escribió. En él sintetiza el espíritu tradicional con lo personal de su lirismo y
la actitud byroniana. El núcleo del poema se inspira en la leyenda de don Juan. Se divide en
cuatro partes y tiene, entre otros valores, el de fijar la estructura de la leyenda romántica. En
cuanto a forma, de aquí proceden las de Zorrilla. Parte I: ambiente: una calle oscura, a la
medianoche, sombras, choque de espadas, un hombre cae muerto en duelo. El matador
desaparece espada en mano. Sigue el retrato del protagonista, el estudiante don Félix de
Montemar: "Segundo don Juan Tenorio -Alma fiera e insolente". El mejor retrato de un héroe
romántico en la poesía castellana, síntesis de la arrogancia españolísima de todos los
Donjuanes, reforzada por la cínica irreverencia byroniana y por la simpatía que Espronceda
siente por su héroe. Retrato de Elvira: tintas suaves, dulces, apagadas, en contraste bien
estudiado con el vigoroso del protagonista. Parte II: historia retrospectiva de la seducción de
Elvira y su muerte de amor. Tono de lírico desmayo. Parte III: magnífico cuadro dramático
de los jugadores. Llegada del hermano de Elvira. Desafío. Parte IV: frenética persecución del
fantasma de una mujer enlutada que resulta ser el cadáver de Elvira; don Félix, muerto
también, sin él saberlo, la sigue impávido, en el mundo de ultratumba. Presencia su entierro;
se interrumpe la visión macabra de pesadilla para hacer el poeta reflexiones románticas. Don
Félix, escéptico ("La vida es la vida: cuando ella se acaba -Acaba con ella también el placer" o
"Ya me he echado el alma atrás"), desafía a la misma muerte. El poema termina con una
frenética danza macabra cuyo ritmo acelera la variedad de metros, y con el desposorio de los
amantes en la muerte. Al fin volvemos a la escena del principio, iluminada por la luz de la
aurora. Huyen las sombras. Queda sólo la voz de la leyenda que dice que aquella noche
había venido el diablo a Salamanca a llevarse el alma de Montemar.
Es un poema fogoso, vibrante y al mismo tiempo, sobrio, directo, sostenido. Contiene todos
los temas del mundo lírico de Espronceda -aventura, amor, rebeldía, individualismo,
satanismo, muerte y una variedad de técnica poética que hace de su autor un verdadero
virtuoso del verso.
No puede decirse lo mismo de El diablo mundo, intento a todas luces malogrado de escribir
un poema filosófico sobre el destino del hombre, la lucha del individuo con la sociedad "y la
quimera, tras de que va la humanidad entera". Combina Espronceda el tema del Fausto, de
Goethe, del Ingenuo, de Voltaire con reminiscencias calderonianas y de Gracián. La
introducción es un canto al universo, con coros de demonios y voces cósmicas. Luego en la
parte narrativa, Adán, el protagonista, viejo rejuvenecido como Fausto, conoce, a través de
diversas experiencias, la cárcel, el amor, el crimen, el dolor, la muerte. Todo ello informe,
vago, retórico, inacabado. El lirismo, la filosofía, el humor, la sensualidad, se entrelazan sin
orden. No era el pensamiento filosófico el terreno propicio a la inspiración irreflexiva, vital
de Espronceda. La suya es poesía de vida. No poesía de espíritu ni de idea. Hay, no obstante,
en las trescientas páginas del poema, aparte del Canto a Teresa, que como ya se ha dicho no
tiene relación con el resto, varios cuadros dramáticos bella y vigorosamente trazados;
personajes populares como el tío Lucas y Salada, los cuales son perfectas estilizaciones del
españolismo de rompe y rasga; y un magnífico pasaje de poesía erótica, la entrega de Salada
a Adán en el canto V, en la que, no sabemos si muy fundadamente, percibimos
reminiscencias de la escena de amor entre Acis y Galatea en la Fábula de Góngora. Véase
este ejemplo:
Y allí en tropel, cual vierte su rocío 
En las mañanas del abril la aurora 
Sobre las verdes ramas del sombrío 
Y en las pintadas flores que enamora, 
Al alma y cuerpo con amante brío 
La turba de placeres voladora,
Que en torno en algazara se levantan, 
En círculos de júbilo la encantan
Espronceda es el poeta de mayores posibilidades -no siempre logradas- del romanticismo
español. Tiene arranque lírico. Supo expresar, casi siempre con brío, sentimientos que
obedecían al influjo de época y no eran enteramente originales, pero que él hace suyos; que
fluyen sinceramente a su verso. Es el poeta que en la literatura española en su momento
sintió más la inquietud de los temas universales.