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LITERATURA ESPAÑOLA - La literatura contemporánea (1898-1939)
LA PROSA Y EL TEATRO DEL 98 Y EL MODERNISMO 
OTROS ESCRITORES DE LA EPOCA. - El impulso renovador traído por los maestros del 98,
se tradujo en una gran actividad literaria y en la aparición de numerosas figuras cuyo
estudio alargaría excesivamente este capítulo, por lo que nos limitaremos a la simple
mención.
El género más fecundo, el más valioso en el conjunto, es el ensayo, que tomó varias formas.
La lista de los ensayistas menores debe estar encabezada por RAMIRO DE MAEZTU, que en
sus primeros artículos y libros -Hacia otra España (1899)- se mostró como el más agresivo de
todos los jóvenes renovadores y que en sus obras posteriores -La revolución y los
intelectuales, La crisis del humanismo, Don Quijote, Don Juan y La Celestina- fue
evolucionando hacia una filosofía de sentido conservador hasta convertirse en paladín de la
tradición y del autoritarismo totalitario en su último libro Defensa de la Hispanidad. Otros
ensayistas importantes relacionados en el arranque de su pensamiento con las ideas y
preocupaciones del 98, pero que luego tomaron diversos caminos son JOSE MARIA
SALAVERRIA, EUGENIO NOEL, LUIS BELLO, FRANCISCO GRANDMONTAGNE, JULIO
CAMBA, GABRIEL ALOMAR, LUIS DE ZULUETA, MANUEL BUENO y el crítico
EDUARDO GOMEZ DE SAQUERO. Aunque su pensamiento y estilo se relacionen en parte
con el de la generación siguiente y su revelación literaria fuese bastante tardía podemos citar
también entre los ensayistas que proceden directamente de la sensibilidad y preocupaciones
del 98 a MANUEL AZAÑA. Un gran poeta catalán de espíritu afín a los escritores de este
momento, JUAN MARAGALL, escribió algunos bellos ensayos en castellano. Paralelamente
al ensayo literario y filosófico, y coincidente con él en el propósito de un conocimiento más
profundo del pasado español se desarrolló en esta época un importante movimiento de
investigación y crítica histórico-erudita de la cultura española, representado por tres grandes
figuras: RAMON MENENDEZ PIDAL, en la investigación filológica y literaria; MIGUEL
ASIN PALACIOS, en el campo del arabismo; y MANUEL GOMEZ MORENO, en el de la
historia del arte. Tuvo su hogar este movimiento en el Centro de Estudios Históricos, donde
se formaron las nuevas generaciones de críticos. Entre los críticos de tendencia estrictamente
erudita descuellan FRANCISCO RODRIGUEZ MARIN y ADOLFO BONILLA SAN
MARTIN.
Si examinamos el arte dramático,
MANUEL LINARES RIVAS y GREGORIO MARTINEZ
SIERRA siguen las huellas de Benavente, haciendo comedia social y psicológica; los
hermanos SERAFIN y JOAQUIN ALVAREZ QUINTERO, sobresalen en el teatro
costumbrista, de ambiente andaluz en sus mejores obras, y CARLOS ARNICHES lleva a la
perfección el "género chico" y el teatro cómico. EDUARDO MAR-QUINA y FRANCISCO
VILLAESPESA, líricos del modernismo inician el teatro poético en verso y JACINTO GRAU,
intenta
sin gran éxito nuevos caminos en un teatro intelectual, de tendencia simbólica,
filosófica, poética, con un estilo barroco. Otros muchos autores teatrales carecen de valor
literario, representan la comercialización de la literatura dramática, que vive única y
exclusivamente del favor del público.
Tampoco en la novela pueden señalarse grandes nombres, que se acerquen a los de "Azorín",
Baroja, Valle-Inclán o Unamuno. Recordemos por su popularidad y por no carecer
enteramente de mérito literario a RICARDO LEON, CONCHA ESPINA, RAMON MARIA
TERREIRO, y como continuador del naturalismo a FELIPE TRIGO, novelista de fibra,
malogrado por su adhesión a fórmulas de escuela y por su tendencia a tratar sin finura
alguna temas eróticos en el límite de lo vulgar.