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LITERATURA ESPAÑOLA - A qué llamamos literatura española
ANTECEDENTES Y ORIGENES EN LA EDAD MEDIA
VIDA Y CULTURA DESPUES DE LA INVASION ARABE. - A principios del siglo VIII
ocurre un hecho que da un carácter único a la historia de España. Los árabes entran en la
península en 711 y tres años después la dominan casi íntegramente. Sólo algunos rincones
aislados, regiones montañesas de escasa cultura, en el litoral cantábrico, quedan libres. Una
nueva civilización se superpone a las antiguas. En Asturias se organiza la resistencia y se
inicia la Reconquista, que dura ocho siglos.
La vida medieval española en este largo transcurso de tiempo conoce una variedad de
formas no impenetrables. Las culturas se comunican como se comunicaban las gentes.
Cristianos libres, árabes, mozárabes, mudéjares, judíos y extranjeros, aunque ocupen barrios
distintos en las ciudades, entablan múltiples relaciones. La iglesia cristiana se alza al lado de
la mezquita o de la sinagoga, sin que la guerra se interrumpa enteramente en ningún
momento. Los reyes cristianos acogen en su corte a sabios musulmanes y judíos y se
enamoran de hermosas doncellas árabes. El Cid, desterrado de Castilla, encuentra sus más
fieles amigos entre los moros. Los monarcas árabes contraen, con frecuencia, matrimonio con
cristianas cautivas. Algunos reyes de Castilla, a partir de Alfonso VI, ostentan
orgullosamente el título de "Rey de las tres religiones".
Sobre el fondo total conviene fijar ciertos hechos históricos. A partir del momento de la
conquista árabe y del alzamiento de los cristianos en Asturias, existe una línea cambiable
entre la España, cristiana, al Norte, y la árabe al Sur. La proporción geográfica de estos
territorios junto con la correspondiente importancia cultural y literaria de lo árabe y lo
cristiano varía ininterrumpidamente, salvo en momentos de relativa estabilización, a medida
que avanza la Reconquista. La divisoria histórica, el momento en que la España cristiana
adquiere predominio, puede situarse a mediados del siglo XI, o, para ser más precisos,
puede elegirse el año 1085, cuando Alfonso VI entra en Toledo. La suerte futura de España,
como país de cultura europea, se decide entonces.
En la parte cristiana, desde el siglo VIII, persisten durante algún tiempo, en torno a los
primitivos núcleos de resistencia, los restos de las antiguas formas de vida visigótica con un
vago propósito restaurador de la cultura existente antes de la invasión. Se fomenta así lo que
se ha llamado el espíritu tradicionalista de la corte asturiana con su primer centro en Oviedo
y luego en su continuadora: la monarquía leonesa. Entre tanto en otras zonas distintas -
Galicia, Castilla, Navarra, Aragón y Cataluña- se organizan, al compás de la lucha contra los
árabes, territorios nacionales que de condados tributarios unos, autónomos otros, pasan a ser
reinos independientes o a sumarse al reino de León.
Dos fenómenos importantes ocurren en estos territorios cristianos. En el terreno lingüístico,
el fraccionamiento de una forma del romance, posiblemente unificada, a la que Menéndez
Pidal ha dado el nombre de dialecto visigótico, en los cinco dialectos mayores que ya hemos
mencionado. En el de la cultura, una comunicación cada vez mayor con las otras culturas
medievales europeas, especialmente con la francesa. Aspectos destacados de este último
fenómeno son: la relación literaria e histórica del condado de Cataluña con el sur de Francia,
las peregrinaciones a Santiago de Compostela, a partir del siglo IX, y la llegada a España de
los monjes de Cluny en el siglo
En la España árabe hay que señalar, principalmente, el gran florecimiento artístico, literario y
científico de árabes y judíos en ciudades como Toledo y Córdoba, que alcanza su ápice en el
siglo XI. Las formas cristianas de vida no mueren allí del todo. Sobreviven en los primeros
siglos de la Reconquista, si bien cada vez con menor vitalidad, en un tipo de cultura
estacionada y arcaica a la que se ha dado el nombre de mozárabe. Sus caracteres pueden
estudiarse en la arquitectura de algunas basílicas de los siglos VIII, IX y X, en la obra latina
de algunos escritores como Alvaro Cordobés; y en el lenguaje de muchos documentos
notariales hasta el siglo XIII.
El hecho capital de todo el período, conviene insistir en ello, es la coexistencia de formas
diversas de cultura y religión. Si se olvida, es difícil entender obras capitales de la literatura
medieval española como el Cantar de Mío Cid y el Libro de Buen Amor, o, en otro sentido,
un espíritu como el que poseen los Proverbios del judío converso don Sem Tob. Si en lugar
de tratar de la literatura, tratásemos de arquitectura o de artes decorativas, el fenómeno sería
idéntico.