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LITERATURA ESPAÑOLA - Cervantes
OBRAS MENORES. LA POESIA Y EL TEATRO
La afición a las letras debió de despertar pronto en él. Alrededor de los veinte años (1563)
escribe los primeros versos que conocemos. Son cuatro composiciones publicadas por su
maestro López de Hoyos en las Exequias de la reina Isabel de Valois.
Durante su estancia fuera de España siguió cultivando ocasionalmente la poesía. En el
cautiverio redacta la Epístola a Mateo Vázquez, considerada como una de sus mejores
composiciones poéticas, en la- que las circunstancias de su captura y la relación de sus
servicios están expresadas con el acento de un generoso patriotismo. La vocación temprana
hacia la poesía le acompaña ya toda su vida. Es un anhelo insatisfecho del que habla
insistentemente y que define en unos conocidos versos del Viaje al Parnaso: "Yo, que
siempre me afano y me desvelo - por parecer que tengo de poeta - la gracia que no quiso
darme el cielo".
De sus composiciones sueltas se conservan unas treinta y nueve, recogidas en diferentes
colecciones de la época o descubiertas después. La mayoría son elogios de contemporáneos.
Escribió también poesías patrióticas, de las que son ejemplo las Dos canciones a la Armada
Invencible. Hay, por último, romances pastorales y amorosos, sonetos y canciones de tono
diverso. Casi todo ello convencional en el tema, en el sentimiento y en la expresión. Sólo en
la vena cómica consigue Cervantes elevarse sobre el nivel común. Así en dos sonetos
humorísticos, donde describe tipos rufianescos: Al túmulo del rey Felipe II ("Voto a Dios que
me espanta esta grandeza"), su poesía más conocida, y A un valentón metido a pordiosero
("Un valentón de espátula y gregüescoque a la muerte mil vidas sacrifica").
De mayor calidad que esta poesía suelta son por lo general los numerosos versos
intercalados en algunas comedias o en sus obras en prosa. En la abundante poesía de La
Galatea o en la Canción de Crisóstomo del Quijote hay bellas reminiscencias de Garcilaso y
su escuela. En los romances y canciones de Preciosa
en La gitanilla o en otras muchas
muestras de la poesía popular estilizada en varias novelas, se advierte que Cervantes iba
poco a poco alcanzando la gracia de la palabra poética, aunque le faltase casi siempre el
acento auténtico de los grandes líricos.
Aparte de las poesías breves ya sueltas, ya intercaladas en otras obras, y del verso de sus
comedias, escribe en los últimos años de su vida un largo poema, el Viaje al Parnaso (1614),
perteneciente a un género muy cultivado entonces, el de los elogios alegóricos de la poesía y
los poetas. Su valor es casi exclusivamente histórico en un doble sentido: como relación de
los poetas famosos entonces -muchos hoy olvidados- con el juicio que le merecían a
Cervantes; y como testimonio humano y autobiográfico. En este último aspecto sobre todo el
Viaje al Parnaso tiene indudable importancia. Se desahoga en él Cervantes de su dolor de
postergado y de los sufrimientos de su vida. Muestra a la vez, como en otros lugares de su
obra, la conciencia de su valer. "Tus obras -le hace decir a Mercurio en el canto 1- los
rincones de la tierra... descubren, y a la envidia mueven guerra". Tras de lo cual viene el
epíteto justo con que se caracterizó a sí mismo: "Pasa, raro inventor, pasa adelante - con tu
sotil designio... Antes que el escuadrón vulgar acuda".