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GEOGRAFIA ECONOMICA – Metales preciosos
EL ORO Y LA PLATA
En el mundo occidental el oro ha sido y todavía es la representación del valor indiscutible y casi
absoluto. Ha sido el eje de la economía y de la circulación e intercambio de bienes hasta que la
confianza y el crédito encontraron en los guarismos y en el mejor conocimiento de las leyes del
mercado y de la moralidad social una garantía tanto o más sólida que el oro. Los billetes de
banco, los libramientos, pagarés, giros, cheques y otros documentos consistentes en un pedazo
de papel, perecedero y fácilmente destructible, fueron limitando los movimientos del oro y
terminaron por ser los medios corrientes de pago y de cobro, aceptados por todo el mundo. En
nuestros días, el oro envejece en las bóvedas de los Bancos Centrales y vislumbra el ocaso de su
prestigio como tantos íconos macilentos que fueron objeto de la veneración y de la idolatría
humanas.
En los países de Oriente, particularmente en China, predominó la plata, más abundante y más
vulnerable que el oro. También es dúctil, fácilmente fundible y elaborable, pero no resiste ciertos
ácidos, es oxidable, corrosible, magnética y sensible a las emanaciones. Sin embargo, la plata,
más que el oro, desempeñó el papel de "dinero contante y sonante", como en menor escala lo
han desempeñado el cobre, el níquel, el hierro, el latón y otros metales compuestos. Pero son
pocos los países que no hayan reconocido al oro la categoría de regulador de los valores
monetarios. En los países bimetalistas la relación de valor entre el oro y la plata era de 1 por 15.
Además del usó monetario, el oro se utiliza en joyería, objetos de culto y ornamentación. La
plata tiene las mismas aplicaciones, pero como buen conductor del calor y de la electricidad, sus
usos son muy diversos. Interviene —como el oro—en odontología, en preparados químicos y
farmacéuticos, y en la fotografía. También se ha sometido al maquinismo, y los cubiertos y
cuchillería, las vajillas de plata y los objetos de platería artística se fabrican en serie. La
producción mundial de plata oscila mucho, habiendo alcanzado su máximo el año 1937, con
274.573.873 onzas finas, estimadas en 124 millones de dólares. El oro se estima a 35 dólares por
onza fina. Cuatro siglos atrás se producían 200.000 onzas anuales y hoy se producen alrededor
de 33 millones. Entre 1930 y 1940 la producción mundial de oro se duplicó. Sin contar la Unión
Soviética y el Japón, la producción de 1940 se estimó en 1.279 millones de dólares.
Tanto la plata como el oro son subproductos comunes del beneficio de los minerales de plomo,
cobre, cinc y hierro. Sin embargo, hay muchas minas de oro y de plata, y en éstas el uno o el otro
metal constituyen un subproducto del oro o la plata extraídos. También se recoge mucho oro en
los placeres que las corrientes de agua depositaron en el lecho de ríos y torrentes. Los minerales
más ricos pueden contener hasta 4 ó 6 onzas de oro por tonelada y 800 ó 900 onzas de plata,
pero esto es la excepción. Si la explotación es eficiente, resulta provechoso beneficiar minerales
que sólo contengan una décima de onza de oro por tonelada de mineral.
La Unión Sudafricana y la Rhodesia del Norte aportan cerca de dos quintos de la producción
mundial de oro. Les siguen por orden de importancia, la U. R. S. S., el Canadá, Estados Unidos,
México, la Costa del Oro en Africa, Colombia, Chile, Australia y la India. Ninguno de los países
de Europa produce cantidades importantes de este metal. La plata es más generosa y se
encuentra en casi todas las regiones del globo en mayor o menor cantidad. México ha sido
durante cuatro siglos un abundante manantial de plata y es el único país que no la obtiene como
subproducto de otros metales. Los Estados Unidos producen aproximadamente la mitad de la
que produce México, seguido por el Canadá y los países de América del Sur. Australia y China
son países de importante producción de plata. Esta, exceptuando la de México, depende mucho
de la demanda de plomo, cobre y otros metales básicos y de los precios que obtenga en el
mercado, los cuales oscilan extraordinariamente.