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GEOGRAFIA ECONOMICA – Metales preciosos
EL DIAMANTE
En el orden de las gemas, el diamante, por su elevada refracción y dispersión de luz, resulta el
más preciado de todos los minerales. Conocido desde antiguo, no fue sino en el siglo XV cuando
se descubrió el arte de tallarlo y hacer resaltar su insuperable belleza. Cuando se descubrieron
las minas de Sudáfrica la producción fue en aumento, habiéndose desde entonces multiplicado
cincuenta veces. Allí, el diamante se presenta en forma de cristal, en la kimberlita, roca ígnea de
color verde oscuro, empujada desde el fondo de la tierra a través de muchas capas de rocas
sedimentarias. Es cerca de la superficie donde se encuentran en mayor cantidad, disminuyendo
a medida que se profundiza la mina. Sudáfrica proporcionó la mayor parte de los diamantes
existentes, pero hoy su producción declina y abundan más los que se encuentran en los
depósitos aluviales del Congo Belga, la Costa del Oro, Sierra Leona, Angola y el Brasil. La
industria de la talla de diamantes se hallaba de antiguo concentrada en Holanda y Bélgica,
particularmente en las ciudades de Amsterdam y Amberes, pero recientemente se había
extendido a París y Londres, y la última guerra mundial la desplazó hasta Nueva York, que se
ha convertido en un importante centro de comercialización de diamantes y otras piedras
preciosas.
El diamante no es sólo la gema más estimada y el objeto decorativo de más valor, sino un
instrumento indispensable en la industria moderna. Las fábricas de cristalería y la de aeroplanos
y automóviles no podrían prescindir de los diamantes industriales para rectificar las ruedas
abrasivas, para los taladros, las hileras y otras herramientas que se construyen con aleaciones
metálicas cada vez más duras. Sin embargo, el precio de los diamantes se habría derrumbado si
no se hubiese limitado su producción y no se hubiesen controlado rígidamente sus envíos a los
mercados europeos y americanos, que son prácticamente los únicos compradores.