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GEOGRAFIA ECONOMICA – Metales básicos e industrias pesadas
LOS ALTOS HORNOS
Sin todo esto y un mercado consumidor, que ha de ser necesariamente un mercado industrial y
manufacturero, los altos hornos y las industrias pesadas resultan un sueño o una quimera. Un
alto horno no es ninguna novedad y su sistema es el mismo de un siglo atrás, pero su
alimentación y desarrollo requieren hoy una dirección científica y una ingente suma de capitales.
Tiene que estar equipado con los aparatos complementarios que lo alimentan de mineral, coque
y fundente, de aire caliente presionado y de un flujo continuo de agua fría para la refrigeración,
y hay que extraer continuamente el metal fundido, las escorias y los gases. Para producir una
tonelada de hierro se necesitan 1 7/10 toneladas de mineral, 9/10 de coque, 4/10 de caliza, 2/10
de chatarra y desperdicios de hierro y unas 4 toneladas de aire. Por cada tonelada de hierro el
horno produce media de escorias y 6 de gases. La fusión del mineral es la primera etapa de la
fabricación de hierro y acero. Hay varios procedimientos para fabricar acero, siendo los más
usuales el llamado Bessemer ácido, Bessemer básico, ácido de horno abierto, eléctrico y de crisol.
Casi todos los hornos tienen una capacidad de 300 toneladas y no es raro
en las grandes
siderurgias ver 20 ó más hornos en fila. El acero refinado en los convertidores se vierte en
moldes que forman los lingotes y en departamentos contiguos se fabrican rieles, vigas, láminas,
planchas, barras, tubos, traviesas, flejes, alambres y otros muchos productos similares. El acero
ordinario es una aleación de hierro, carbono y manganeso. Los aceros especiales tienen cada día
una demanda mayor, acreciendo la utilización de otros metales para las aleaciones e
introduciendo nuevos procedimientos siderúrgicos que reclaman mayor intervención de la
electricidad.
El costo del carbón, de los minerales, de la caliza, de los transportes, de la corriente eléctrica y
del agua inciden notablemente en el éxito de la industria y en los salarios que pueden pagarse a
los obreros de las industrias pesadas, que siempre suelen ser muy elevados. Con todo, la
organización científica y técnica produce verdaderas maravillas y las enormes ventajas de que
goza la siderurgia en los Estados Unidos, no han impedido el progreso de los altos hornos
europeos, algunos de ellos, como los suecos y los alemanes, modelos de organización y de
eficiencia. Dentro mismo de los Estados Unidos, los precios de transporte de los materiales
necesarios para la producción de una tonelada de hierro o acero siguen una escala ascendente
que va desde 2,65 dólares en las siderurgias de Birmingham hasta 5,58 en las de Chicago. En
Europa las diferencias son aun más pronunciadas. Este es otro motivo de la concentración de
industrias y por eso, en torno a las que llamamos pesadas, se produce una profusa vegetación
de otras industrias que completan
el enjambre de actividades interdependientes y que
constituyen el eje y el potencial de las más fuertes regiones industriales.
Gracias a su potente siderurgia logró Gran Bretaña sostener en pie sus formidables astilleros y
su producción de vehículos, calderas y metalurgia; los altos hornos de Bélgica, Luxemburgo,
norte de Francia, del Rin y del Ruhr, como también los de Vizcaya, son la base de la producción
de barcos, locomotoras a vapor y eléctricas, vagones de ferrocarril, maquinaria y vehículos de
todas clases; Italia hizo maravillas, como el Japón, con su difícil siderurgia, y la U. E. S. S. pudo
con ella iniciar su portentoso desarrollo industrial. Por encima de todo, cuando los Estados
Unidos enfrentaron la crisis vital de 1941 y 1942, gracias a sus insuperables industrias pesadas
fue como inundaron el mundo con toda clase de embarcaciones, vehículos automotores de todo
género, aeroplanos por decenas de miles, material bélico de toda clase y maquinaria para todos
los usos, sin que nada ni nadie pudiese disputarle la primacía y sin que pudiera ponerse en
duda que su victoria era ante todo y por encima de todo una victoria industrial.