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GEOGRAFIA ECONOMICA - Los caminos del mundo
LINEAS AEREAS
El progreso no se detuvo, y un nuevo elemento apareció para perfeccionar la tarea de acercar a
los hombres, reducir distancias y empequeñecer el globo terráqueo. Cuando los aviones
comenzaron a cruzar el Atlántico, se hizo evidente que no pasaría mucho tiempo sin que fuesen
ellos los ganadores en la lucha por los caminos. Por de pronto, la velocidad necesaria para
sostenerse en el aire era una circunstancia favorable que utilizar y representaba un ahorro de
tiempo que les daba, desde sus comienzos, un alto valor económico. Muy pronto, una telaraña
de líneas aéreas cubrió los cielos de Europa e, inmediatamente, América resolvió el problema de
sus enormes distancias con líneas aéreas regulares. Hoy no queda ningún rincón del planeta que
no conozca el ronquido del motor de explosión haciendo trepidar la atmósfera. El
contralmirante norteamericano R. E. Byrd sobrevoló el Polo Sur en 1929; en 1937, después de
varios vuelos anteriores sobre el Polo Norte, una misión científica soviética capitaneada por Otto
J. Schmidt se trasladó allí, partiendo de Rusia y llegando hasta Canadá. Los viajes aéreos
alrededor del mundo son cosa corriente: la diferencia notable es que entre el del dirigible "Graf
Zeppelín" en 1929, que duró 20 días y 4 horas, y el del capitán James W. Chapman realizado en
un avión militar en 1941, en 5 días, 1 hora y 55 minutos, se registra un ahorro de tres cuartos del
tiempo.
El aeroplano ha sido el primer medio de transporte mecánico que han conocido los habitantes
de varias zonas aisladas del planeta. El salto es enorme. Pero, como los caminos terrestres, como
los ferrocarriles, como los servicios marítimos, las líneas aéreas se establecen entre los puntos
económicos vitales o los núcleos importantes de población. Los transportes de carga y
mercancías que prestan hoy son todavía insignificantes, pero los de viajeros y correspondencia
son considerables y predominan ya para las grandes distancias. Con todo, los modernos
adelantos y los inventos más perfeccionados no borran el camino primitivo y las formas
elementales de recorrerlo, y el baquiano de América del Sur —el experto conocedor de
caminos— sigue siendo un elemento esencial en el tablero económico. El camino es un reflejo
preciso de los estadios económicos: el desierto, las tierras quebradas, las regiones montañosas de
población escasa y dispersa, conservan las rutas del peatón, del asno, del buey, de la llama, del
caballo, del camello u otro animal corcovado y sobrio; en las comarcas fértiles y pobladas de
economía estática, el buey o el caballo alternan con el bote fluvial, la carretera o la vía férrea; las
regiones industrializadas articulan sus complejos sistemas de carreteras, ferrocarriles, ríos y
canales, puertos y rutas marítimas, aeropuertos y líneas aéreas. El camino expresa en forma
gráfica e inequívoca el ritmo de la economía local o regional: el tiempo horario que se tarda en
llegar de un punto a otro, según la naturaleza del camino y el medio de recorrerlo, es como un
registro de la velocidad del ciclo económico o del circuito monetario en cada parte del mundo:
es el barómetro indicador de la presión de la economía sobre la vida o de la vida sobre la
economía.