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GEOGRAFIA ECONOMICA - Los caminos del mundo
La existencia de un camino es señal evidente de vida animal. Las plantas son cautivas del suelo
que las sostiene y tan sólo pueden, algunas de ellas, arrojar sus semillas al espacio para que su
prole se extienda por la tierra. En cambio, todos los seres están dotados de movimiento y de la
facultad, más o menos desarrollada, de trasladarse de un sitio a otro. Los medios de que se
sirven son distintos, según las especies: unos se mueven en la tierra, otros en el agua, otros en el
aire. Sabido es que hay especies de animales trashumantes, sin hogar fijo; otros tienen una
residencia temporaria, según la estación; otros emigran en masa, en busca de alimentos, o
escapando a una calamidad. Una manga de langosta cruzando el aire, una procesión
interminable de hormigas, una invasión de ratas, son espectáculos familiares a los habitantes de
ciertas zonas del planeta; bancos de sardinas, arenques u otros peces son frecuentes en algunos
mares en ciertas épocas del año; bandadas de pájaros huyendo de los calores africanos o de los
fríos septentrionales dan una nota sugestiva de color a los cielos de Europa. Todos conocen su
camino y nunca yerran la ruta. El instinto es una guía más segura que los faros de las costas o
los rótulos indicadores en un cruce de carreteras. Tampoco yerra su camino el rinoceronte que
va desde su guarida al manantial donde se abreva o al rincón de la selva donde la presa es
segura. Generalmente, el camino queda marcado, como testimonio de una necesidad económica
que ha de ser atendida o satisfecha precisamente por ese medio.
Tales son todos los caminos del mundo. Desde la infancia de la Humanidad las relaciones entre
los hombres han sido preponderantemente económicas. Se supone que el hombre primario era
trashumante y que fueron los rigores del período glacial los que le obligaron a buscar refugio en
las cavernas. Pero en el subsuelo no encontraría lo necesario para la vida y sus incursiones en
busca de alimentos señalarían caminos. Cuando el hombre se hizo sedentario, algo había a
distancia de su albergue que exigía el camino de su consecución. Tampoco desaparecieron las
tribus nómadas, para las cuales la tierra era un camino sin fin. Pero entre este y aquel grupo
humano se establecían relaciones de intercambio y entonces el camino cobraba cuerpo como
elemento económico fundamental. Es de creer que reuniría las condiciones esenciales de ser la
distancia más corta, el trayecto más fácil y la ruta que ofreciera más seguridad.