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BOTÁNICA – Metabolismo de la planta
RESPIRACIÓN
La respiración de las plantas se verifica por medio de la absorción del oxígeno del aire y
emisión del anhídrido carbónico (CO2). Es, en última instancia, un proceso de combustión y,
como toda combustión, desprende energía.
Para demostrar que las plantas respiran se puede realizar un experimento muy simple: se
coloca en un recipiente (de preferencia un frasco) un poco de material vegetal vivo (semilla en
estado de germinación, por ejemplo), tapándolo en seguida.
Transcurridas algunas horas, se verifica que el oxígeno que existía anteriormente en el aire
contenido en el frasco, ha desaparecido, lo que se demuestra con facilidad introduciendo un
fósforo o una vela, que se apagarán. Conviene notar también que hay microorganismos
vegetales que absorben oxígeno, pero no desprenden gas carbónico; otros producen el
fenómeno contrario, o sea desprenden gas carbónico sin haber absorbido oxígeno, y
finalmente, hay otros que no absorben oxígeno ni desprenden gas carbónico. A estos
fenómenos se les ha dado el nombre de fermentación y no dejan de constituir variantes de la
función respiratoria.
Los órganos de la planta donde la respiración se realiza con mayor actividad son las flores, las
yemas, las raíces y las semillas, o sea que en aquellos privados o casi privados de clorofila
(hojas y tallos herbáceos o jóvenes) también se realiza la respiración, pero de manera menos
activa.
Respecto a la intervención del oxígeno en su vida, los organismos pueden dividirse en dos
grandes grupos: aerobios y anaerobios. Son aerobios los que necesitan la presencia del
oxígeno libre para vivir, mientras que los anaerobios no soportan su presencia.
La intensidad de la respiración varía de acuerdo con las plantas, el momento de la vida y las
condiciones del medio.
Las plantas de ciclo anual respiran con más intensidad que las plantas de ciclo vivaz y las
acuáticas con mucho menos intensidad que las aéreas.
Las plantas anuales respiran más intensamente en el momento de la germinación y en la
época de la floración.
La acción de la temperatura sobre la respiración es muy neta. La intensidad de la respiración
aumenta a medida que la temperatura aumenta, llegando a cesar repentinamente cuando el
vegetal muere por exceso de calor; hay, pues, un mínimo y un máximo de temperatura, que
varían con las especies vegetales. Este comportamiento se diferencia del fenómeno de la
transpiración porque no hay un óptimo de temperatura.
El conocimiento de todos esos fenómenos y de las condiciones en que se producen es de gran
utilidad práctica para el agricultor, que puede así orientar mejor los tratamientos culturales de
sus plantaciones, ya sea arando el suelo en las épocas propicias, ya regulando
inteligentemente los riegos.