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BOTÁNICA – Semilla y germinación
PARTES DE LA SEMILLA
La semilla originada de la fecundación del óvulo encierra, de un modo general, todos los
caracteres morfológicos del mismo, uniéndose al funículo por el punto denominado kilo.
El hilo se presenta como una cicatriz, a veces achatada, otras veces saliente, como se puede
observar con facilidad en las semillas de las Leguminosas (habas y porotos o fréjoles), o en la
del ricino (Ricinus communis) y en muchas otras de plantas pertenecientes a la misma familia
de este último ejemplo.
La forma de la semilla es muy variable, pudiendo ser cilindrica, cónica, discoide, esférica,
oblonga, ovoide, reniforme, etc.
Pueden ser aladas si están dotadas de prolongaciones laminares, a manera de alas, y
marginadas si presentan márgenes salientes.
Cuando alcanza su desarrollo máximo o maduración, la semilla presenta las siguientes partes:
1) tegumento seminal, 2) embrión, y 3) sustancia de reserva (albumen y perisperma).
El tegumento seminal puede ser de naturaleza carnosa, y en este caso está dotado
internamente de una capa resistente, como acontece con la semilla de los vegetales que
pertenecen a la familia de las Aráceas. El caso más generalizado es cuando presenta un
tegumento seco, más o menos coriáceo, a veces duro, llegando a tener hasta consistencia
pétrea.
Hay casos en que el tegumento está constituido por dos partes distintas, que son la testa,
externa, correspondiente a la primina del óvulo, y el tegmen, parte interna, que corresponde a
la secundina del óvulo.
Esas dos partes no son siempre fácilmente diferenciables, aunque es conveniente que la
estructura del tegumento sea bien compleja, debido a sus importantes funciones en la
morfología de la simiente. Al tegumento está reservada la tarca de defender la semilla durante
el período de reposo y asegurar a la misma la germinación en la época apropiada y en
condiciones favorables.
Una capa epidérmica más o menos cutinizada cubre al tegumento.
Presenta aspecto variado, a veces lisa y brillante, otras llena de protuberancias y salientes, o
cubierta de pelos más o menos largos, de acuerdo con las especies vegetales, como en la
habichuela, en las semillas de tabaco y en las del algodón, respectivamente.
Las semillas protegidas por pelos largos tienen gran valor industrial y comercial,
constituyendo la materia prima para la industria textil, como en el caso del algodón, que
presenta fibras largas que varían entre cinco y sesenta milímetros, utilizadas para hilar, no
solamente debido al largo, sino también a las torsiones que presentan y a la facilidad con que
reciben los coloridos artificiales.
Hay semillas en que los pelos no están dotados de estas torsiones, y por eso no se las emplea
en la industria textil (semillas de Asclepiadáceas y de Bombáceas, por ejemplo), pero
constituyen un material para confeccionar almohadas y acolchados.
Los diversos revestimientos y expansiones laterales de la semilla (semillas aladas) se destinan
a la diseminación, que asegura la perpetuación de las respectivas especies vegetales.
Algunas semillas tienen el tegumento revestido de células llenas de un líquido acidulado-
azucarado, como sucede en el granado (Púnica granatum) o en el "mburucuyá" (Passiflora, sp.
varias). En otros casos el tegumento está envuelto por un arilo, como en la nuez moscada
(Nyristica fragans).
El embrión, que es la parte esencial de la semilla, pues de él deriva la nueva planta, consta de
cuatro partes principales: radícula, lalluelo, y émula y cotiledones.
La radícula es la parte del embrión que primero se desarrolla, dando origen a la raíz, que se
introduce en el suelo para fijar la planta y absorber las sustancias alimenticias necesarias para
el vegetal. Al principio la radícula vive a expensas de las reservas nutritivas contenidas en la
semilla, reservas que le aseguran un rápido desarrollo luego de la germinación.
El talludo crece también rápidamente, pero no da origen al tallo, sino al llamado eje
hipocotiledonal, intermediario entre el tallo y la raíz. Hay semilla en que el talluelo presenta
un desarrollo muy acentuado, tal como acontece en las especies cuyos cotiledones salen del
suelo durante la germinación, desempeñando el papel fisiológico más tarde reservado a las
hojas, como en el caso del poroto o fréjol (Phaselus vulgaris).
La yémula, que constituye el brote terminal y se halla en la extremidad del talluelo, sobre el
lugar donde se insertan los cotiledones, se transforma en ¡as partes aéreas de la planta: tallo,
ramas, hojas y flores.
Los cotiledones son hojas de función nutritiva que proveen al embrión de las sustancias
nutritivas durante la germinación y sirven de base a la eran división de las Angiospermas en
Monocotiledóneas y Dicotiledóneas, según que sus semillas presenten uno o dos cotiledones,
respectivamente.
Las sustancias de reserva constan de albumen y de perisperma, según hemos expresado
anteriormente.
El albumen es una reserva nutritiva destinada a alimentar el embrión durante la madurez y la
germinación de la semilla.
Como es de diversa naturaleza, se puede clasificar en diversos grupos: amiláceo, córneo,
gelatinoso y oleaginoso.
Amiláceo es el albumen común en las semillas de las plantas de la familia de las Gramíneas
(maíz, arroz, centeno, trigo, etc.), en el cual la aleurona que constituye la parte proteica, se
halla principalmente en una capa de células exteriores o células de gluten. Es el almidón, que
en las Gramíneas y en los vegetales de otras familias botánicas constituye las reservas del
albumen, siendo baja la proporción de la sustancia albuminoidea en esos vegetales.
Córneo es el albumen constituido por la solidificación de las membranas celulares: se presenta
con extrema rigidez, permitiendo el aprovechamiento de tales semillas en varias industrias,
especialmente en la de botones para ropa, como en el caso de la semilla de palmera,
vulgarmente denominada marfil vegetal (Phytelephaes macrocarpa).
Gelatinoso es el albumen que, presentando consistencia córnea, se ablanda por la acción del
agua y toma consistencia gelatinosa. Es común en algunos géneros de Leguminosas
(Ceratonia, Gleditschea).
Finalmente, oleaginoso es el que contiene sustancias grasas en gran proporción, como en las
semillas del ricino (Ricinus communis), o en las del cacahuete o maní (Arachys hypogea).
Existen semillas que no están dotadas de albumen, porque al llegar a la madurez, el embrión
ha consumido toda la reserva; tal es el caso del fréjol o poroto. En esta semilla los cotiledones
están muy desarrollados y sirven de reserva nutritiva al embrión.
El perisperma, originado por el desarrollo de la núcela, es un tejido nutritivo en ciertos
vegetales (familia de las Ninfeáceas, Piperáceas, Zingiberáceas), que acumula reservas que
durante la germinación desempeñan el papel del albumen.
Existen plantas cuyas semillas sólo poseen perisperma (Cannáceas); otras están dotadas de
albumen y de perisperma al mismo tiempo.
En ciertas familias vegetales las semillas sin albumen son producidas en cantidades
prodigiosas para poder asegurar la perpetuación de la especie, presentándose entonces de
tamaño reducidísimo con aspecto de harina o de limaduras de hierro y se denominan en este
caso escobiformes.