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BOTÁNICA – La raíz
CRECIMIENTO DE LA RAÍZ
La intensidad de crecimiento de la raíz puede ser demostrada prácticamente, marcando con
tinta algunas líneas transversales equidistantes, de modo que la raíz, al desarrollarse, hará que
las marcas se separen en diversa proporción de acuerdo con la velocidad de crecimiento. Así
se puede observar que el crecimiento mayor se produce inmediatamente por encima del ápice
de la raíz.
Durante la germinación de la semilla, la raíz crece verticalmente hacia abajo (raíz ortótropa),
constituyendo la raíz principal de las plantas. De la raíz principal salen las raíces secundarias,
y de éstas, otras ramificaciones menores, cuyo conjunto forma el aparato radical.
El desarrollo de la raíz principal varía en los diversos vegetales. En las gramíneas (maíz, arroz,
trigo, etc.) el eje principal desaparece para dar lugar a la formación de un haz de raíces que se
disponen a semejanza de una brocha, pincel o cabellera. En otras plantas la raíz principal se
engruesa mucho, desempeñando las funciones de órgano de reserva (nabo, zanahoria, etc.),
quedando la absorción de elementos necesarios a la planta a cargo de las pequeñas raíces
secundarias, que nacen alrededor de la raíz principal.
Debido a las distintas formas de las raíces en los diversos vegetales, muchas plantas pueden
vivir en condiciones de temperatura y humedad muy impropias, resistiendo largos períodos
de sequía, o vegetar en lugares excesivamente húmedos. Así, las raíces fasciculadas, que
aparecen en sustitución de la principal, permiten a las plantas un mejor aprovechamiento de
la humedad superficial del suelo o de la originada por lluvias pasajeras, que no tienen tiempo
de infiltrarse en las capas más profundas de la tierra. Las raíces pivotantes o principales, que
penetran profundamente en el suelo, van en busca de la capa de agua subterránea, mientras
que las que se engruesan, pueden asegurar a la planta una reserva de agua para las ocasiones
de extrema sequedad del aire y del suelo.
Raíces: pivotante, fasciculada y tuberosa.
En los terrenos pantanosos o en las restingas (lugares anegadizos a la orilla del mar) las raíces
viven en un medio poco aireado, con deficiencia del oxígeno necesario para la respiración de
la planta. Por eso algunos vegetales de esas regiones están provistos de raíces con aparatos
especiales para extraer el oxígeno del aire. Algunas de esas raíces están dotadas de
geotropismo negativo, desarrollándose en sentido vertical en procura de la superficie del
suelo, donde sobresalen. Estas raíces se denominan neumatóforos y son peculiares en la
vegetación de los pantanos salados.
Otro tipo de raíces peculiares de las plantas de regiones pantanosas o anegadizas son las
vulgarmente llamadas raíces adventicias, que brotan del tallo fuera del agua; sirven de
sustentación a la planta, a manera de puntales, con capacidad de extraer del aire el oxígeno
necesario al vegetal. Son comunes en la planta vulgarmente denominada mangle (Rhizophora
mangle).
En las plantas epífitas, saprofitas y parásitas las raíces son aéreas, esto es, no alcanzan el suelo,
prendiéndose al vegetal o huésped donde absorben humedad no solamente de las lluvias y
riegos (plantas cultivadas), sino también del aire. Para eso están dotadas de una capa de
células vacías que sustituyen a los pelos absorbentes y que funcionan a manera de papel
secante, embebiéndose con facilidad. Esa capa se denomina, como ya lo hemos dicho, velamen
o velo radical.
Raíces aéreas, abundantes, de una Orquidácea epífita.
Existen raíces aéreas que llegan al suelo y envuelven a la planta hospedadora
anastomosándose, o sea, ligándose unas a otras, y forman una verdadera red o reja alrededor
del tallo donde se alojan. Terminan por matar y sustituir a la planta de la que son parásitas,
sustentándose luego por las raíces que anteriormente fueran aéreas o adventicias.
En las plantas en que la raíz actúa solamente como órgano acumulador de reservas
alimenticias e hídricas, toma formas especiales características, tuberificadas, como en la
Dahlia. Esas raíces acumulan material para nuevos períodos vegetativos. Las raíces tuberosas
se distinguen de los tallos tuberosos por no estar dotadas de yemas.
En algunos árboles frondosos, cuyas copas exigen mayor resistencia de los tallos y de las
propias raíces, éstas aparecen sobre la tierra, partiendo de los troncos bajo forma de estacas
alrededor del tallo, que dan más estabilidad al árbol. Son las raíces tubulares comunes en la
"sumáuma" (Ceiba pentandra), gran árbol de la familia de las Bombáceas, común en los
bosques amazónicos, o en el "palo rey" (Rasyloxylon brasiliensis), de la familia de las
Esterculiáceas, o en numerosas plantas de la familia de las Moráceas pertenecientes al género
Ficus.
Las raíces de las plantas parásitas sufren grandes modificaciones, pues estos vegetales no van
a buscar las sustancias nutricias al suelo, sino a los tejidos de la planta hospedadora. En estos
vegetales aparecen entonces las raíces chupadoras o haustorios, que tienen la capacidad de
destruir la capa de los tejidos de la corteza de la planta hospedadora, penetrando hasta los
haces fibrovasculares y liberianos, donde van a buscar material nutritivo ya elaborado. Un
ejemplo típico de una planta dotada de haustorios es la llamada "cuscuta" (Cuscuta
umbellata), común en las plantas cultivadas, árboles y arbustos de las huertas, con un aspecto
sui géneris de hilos enmarañados de color calabaza. También la liga, planta de la familia de
las Lorantáceas, germina como parásito en la corteza de otras plantas, pues está dotada de
raíces chupadoras que le permiten vivir a expensas del huésped.