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BOTÁNICA – Anomalías morfológicas de los vegetales
Los órganos vegetales pueden presentar formas diferentes de aquellas que les son peculiares o
típicas, lo que constituye una deformación o anomalía morfológica. Es preciso no confundir
anomalía con divergencia del tipo normal. En este último caso los órganos de determinadas
plantas se presentan en algunas especies con formas que divergen del tipo normal, conocido
para la familia o género, lo que se transmite hereditariamente, mientras que las anomalías no
son trasmisibles de generación a generación.
Así, por ejemplo, los cladodios, tallos que se asemejan y desempeñan las funciones propias de
las hojas, como en la carqueja (Baccharis genestiloides) y en la Muehlenbeckia platyclada, son
divergencias del tipo normal del tallo, mientras que un tallo comúnmente cilindrico, que se
presenta en forma achatada, denominado fasciado, común en las ramas nuevas de las plantas
del género Citrus, es una anomalía morfológica. Muchas veces el horticultor se interesa por la
multiplicación de una forma anormal de una planta; en este caso tiene que recurrir a la
reproducción agámica para conseguir lo que desea. Los aficionados a las Cactáceas, por
ejemplo, injertan tallos accidentalmente anómalos con objeto de conseguir muchos individuos
en esas condiciones.
Generalmente, las anomalías se deben a factores externos, como deficiencias de elementos
nutritivos en el suelo, condiciones meteorológicas desfavorables, molestias y ataques de
insectos, y a tratamientos culturales defectuosos.
La parte de la Botánica que estudia las anomalías morfológicas o monstruosidades de las
plantas se denomina teratología vegetal.
El tipo más común de anomalía que se produce en los tallos es la fasciación, tomando forma
achatada, lo que produce desviaciones en la posición de las hojas y un aspecto anormal de las
yemas apicales.
En las hojas son frecuentes las formas anormales del limbo, debido, en general, al ataque de
hongos e insectos, como, por ejemplo, las llamadas agallas, que también se producen en los
tallos.
Se llama agalla o cecidia la deformación producida por parásitos animales o vegetales
(generalmente hongos). Ambos provocan transformaciones en los tejidos del órgano afectado,
formando verdaderas hinchazones o tumores en las hojas y tallos. Las agallas causadas por
insectos se denominan también zoocecidias, y microcecidias las producidas por hongos.
Agallas del tallo y de las hojas, producidas por un hongo.
Otra anomalía causada por hongos patógenos es la llamada "escoba de bruja", o sea la
producción de pequeñas y abundantes ramas anormales en un mismo punto del tallo.
Las flores también pueden presentar anomalías que se traducen en hipertrofias y en
transformaciones de piezas de los verticilos, como la petalodia o transformación de los
estambres y carpelos en pétalos.
Por intervención del hombre con objeto de sacar provecho de los fenómenos que ocurren en
los seres vivos, se puede conseguir la transmisión hereditaria de ciertas anomalías
morfológicas por medio de pacientes trabajos experimentales y genéticos. Así, la
inflorescencia de la cresta de gallo (Celosía cristata) se puede considerar un caso de fasciación
que se trasmite por multiplicación sexual.
Las agallas son muy comunes en las hojas del algodonero y de la mandioca, y también en los
tallos de plantas de las familias de las Mirtáceas y Leguminosas.
Los insectos que provocan agallas son conocidos con la designación genérica de galícolas. Los
galícolas se valen de la deformación producida en el organismo vegetal para depositar ahí sus
huevos y criar las larvas. A veces acontece que la agalla es invadida por otros insectos que no
son los formadores. Los insectos que producen las agallas o cecidias son generalmente del
orden de los Himenópteros.