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BIOLOGÍA - Por qué se desarrolla el embrión
EL ORGANIZADOR
Experiencias de ese tipo condujeron a Spemann a un descubrimiento fundamental que le valió
el premio Nobel. Extrajo el labio dorsal del blastóporo de una gástrula aún en el comienzo de
formación y lo injertó en la cara ventral de otra gástrula. En lugar de formar piel, el injerto
siguió su propio destino ahondándose hacia el interior del embrión, como lo hubiera hecho en
su sitio de origen, prosiguiendo el proceso de gastrulación.
Pero además de eso se observó un hecho importantísimo. Las células que rodeaban el injerto,
en lugar de producir piel, se diferenciaban como lo hubieran hecho las células que en un
embrión intacto rodean el labio dorsal del blastóporo: daban origen a un canal nervioso, a una
cuerda dorsal y al mesodermo.
Embrión de tritón del lado en el cual fue injertado el organizador. Alrededor de él se formó un
nuevo esbozo embrionario, observándose en el medio el surco del canal nervioso.
Quedó aclarado así que el injerto, además de seguir impasiblemente su destino, obliga a las
células adyacentes a diferenciarse y organizarse para formar ciertos órganos que no formarían
sin la intervención del injerto. El labio dorsal del blastóporo es, por lo tanto, un organizador.
Es él quien determina el destino de gran número de células situadas a su alrededor, siendo, a
la vez, un orientador del desarrollo.
El labio dorsal del blastóporo tiene un poder organizador muy grande. Pero en muchos
elementos del embrión se descubre la misma capacidad, aunque en menor escala. Los mismos
órganos cuya formación es provocada por el labio del blastóporo, son, a su vez, organizadores
secundarios. Así, la parte anterior del canal nervioso provoca, injertada debajo del ectodermo,
la formación de esbozos de ojos.