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BIOLOGÍA - La teoría de la evolución
LA DISTRIBUCIÓN DE LOS SERES SOBRE LA TIERRA
La formación de una nueva especie por evolución es un acontecimiento tan fortuito y depende
de tantos y tan complejos factores, que es casi imposible que se forme la misma especie dos
veces en sitios diferentes.
Por eso se admite el monofiletismo, es decir, que cada especie se ha originado exclusivamente
una vez en la historia de los seres y en una sola región. Para comprobar el monofiletismo, y
por lo tanto la teoría de la evolución, es de la mayor importancia el estudio exacto de la
distribución geográfica de las distintas especies.
Vemos, de hecho, que un gran número de especies hállanse confinadas en su zona de origen y
no existen en ningún otro lugar de la Tierra. Es que, siendo originarias de una sola región
(monofiletismo), no consiguen vencer las barreras (mares, montañas, etc.) que impiden su
dispersión.
Pero también se conocen varios casos de seres emparentados que habitan regiones separadas
por barreras que ellos no pueden transponer. Por ejemplo, la clase de peces dipnoicos, muy
extraños e interesantes por poseer respiración pulmonar amén de respiración branquial, está
constituida por tres géneros: uno de Australia, otro de África y el tercero sudamericano.
Tratándose de peces de agua dulce, era completamente imposible que uno de ellos atravesase
el océano y diese origen, en otros continentes, a los otros dos géneros.
Parece, por lo tanto, a primera vista, que los dipnoicos se han originado independientemente
en cada uno de los continentes. Pero en la era paleozoica el Brasil oriental, África y Australia
formaban un solo continente, lo que explica la distribución actual de los dipnoicos sin poner
en duda el monofiletismo del grupo.
La dispersión por métodos indirectos, como la de huevos de peces adheridos a las patas de las
aves acuáticas y transportados así de una laguna a otra, explica también la existencia de una
misma especie en regiones separadas por barreras que ella no podría por sí misma transponer.