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BIOLOGÍA - La reproducción sexuada de los vegetales
Una magnífica demostración de que todas las especies vegetales provienen unas de otras, en
el transcurso de la evolución, es el modo por el cual se reproducen.
A primera vista parece que una planta superior, cuyos órganos sexuales son los estambres y el
ovario de la flor, se reproduce de manera totalmente distinta de los helechos y otros vegetales
que no tienen flores. Una observación más minuciosa, sin embargo, muestra que, tras esta
aparente diversidad, se encuentran en realidad, sin excepción, todas las etapas de la evolución
de un esquema reproductivo único.
Este esquema es comparable, por otra parte, al de la reproducción animal: las células
germinales, diploides, es decir, con un número doble de cromosomas (2n), sufren una meiosis
que da células haploides, con n cromosomas; algunas de éstas —los gametos— se unen dando
células huevo nuevamente diploides, que originan, de este modo, un nuevo individuo.
Así alternan indefinidamente fases diploides y fases haploides, separadas, en cada caso, por la
meiosis y por la fecundación.
En los animales, en cambio, la fase diploide es extensa, y la haploide está reducida al mínimo.
Millares de generaciones de células diploides se suceden en nuestro organismo, desde el
huevo hasta la fase adulta, y sólo la generación que sigue inmediatamente a la meiosis —la
generación de los gametos— es haploide.
Entre los vegetales hay ejemplos de esta reducción extrema de la fase haploide, pero
encontramos también todos los casos intermedios entre éste y el inverso, de preponderancia
extrema de la fase haploide.