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BIOLOGÍA - Reflejos y tropismos
EL SUSTRATO ANATÓMICO DE LA CONDUCTA
En los protozoarios más simples no hay órganos especializados para captar, para
correlacionar o para reaccionar. Las tres etapas de la conducta son ejecutadas
indiferentemente por cualquier punto de su única célula. Recibir excitaciones, elaborarlas y
actuar en respuesta son, en consecuencia, propiedades de la materia viva aún indiferenciada.
Algunos protozoarios tienen, sin embargo, puntos más sensibles a la luz, especie de retinas
muy rudimentarias; muchos tienen cilias o flagelos, con los cuales nadan o mueven el agua, es
decir, organelas efectoras. Hasta para ligar las organelas sensoriales a las motoras, ciertos
protozoarios tienen una zona del protoplasma diferenciada como si fuese un sistema nervioso
dentro de la célula única.
Estas organelas —correlacionadoras y efectoras—, que tienen una función análoga a la de
nuestros órganos sensoriales, son en realidad totalmente distintas de ellos, porque son simples
diferenciaciones de una célula única.
En las esponjas y celentéreos ya surgen grupos de células diferenciadas para la sensibilidad y
para el movimiento, pero la conducción y la correlación se realizan en muchos casos por el
mismo citoplasma indiferenciado. Con todo, en algunos de estos animales ya se encuentran
células nerviosas rudimentarias encargadas de auxiliar al citoplasma común en esas tareas.
Subiendo en la escala encontramos células cada vez más especializadas para la realización de
las tres etapas de- la conducta, y llegamos a los órganos de los sentidos individualizados y
altamente eficientes, a los nervios que conducen y elaboran la sensación con rapidez cada vez
mayor, y a los músculos de contracción rápida y glándulas secretoras, que respondan a los
excitantes.
El influjo nervioso, en los seres en que es transmitido sólo por el citoplasma indiferenciado,
tiene una velocidad de algunos milímetros por segundo. En los animales superiores,
marchando por nervios especializados, alcanza a velocidades millares de veces mayores. En el
sistema nervioso central del hombre es de cerca de 100 metros por segundo.
Los vertebrados presentan además una mayor coordinación entre los distintos órganos
efectores, que actúan armónicamente, gobernados por el sistema nervioso. El erizo de mar,
invertebrado muy adelantado en otros aspectos, posee una coordinación casi nula. La gran
cantidad de diminutos tentáculos con que se mueve (y las espinas con que se defiende) actúan
independientemente, respondiendo cada cual a la excitación que recibe; sólo actúan de
acuerdo unos con otros cuando tales estímulos son idénticos. Es como si cada tentáculo
tuviese una individualidad propia.