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ZOOLOGIA - La vida terrestre
LA OCUPACION INTEGRAL DEL MEDIO TERRESTRE
Una vez adquiridos los tipos fundamentales para la vida terrestre, tanto entre los vertebrados
como entre los artrópodos, tuvieron éstos ante sí un mundo nuevo. Todo ello ocurrió,
naturalmente, a través de millares de años. Durante mucho tiempo, estos animales dominaron
solamente dos dimensiones, y por eso se extendieron por la superficie de la tierra. La conquista de
la tercera dimensión vendría más tarde. Era una conquista difícil, pues el aire no ofrece sino una
débil resistencia para la permanencia de los animales en él, aunque sea temporalmente. En el
medio acuático, el desplazamiento vertical era muy fácil, estando limitado únicamente por la
presión y la ausencia de luz. Confinados así, durante miles de años, a la superficie del suelo, los
animales se distribuyeron por ella de todos los modos posibles, enfrentándose con nuevos climas
y nuevas altitudes, y originando, naturalmente, nuevos tipos y nuevas especies. La vida en la
superficie de la tierra alcanzó así diversas residencias. Algunos animales que presentaron
variaciones favorables pasaron a vivir en el interior del suelo, saliendo únicamente de noche.
Otros, encontraron el ambiente favorable para sus variaciones dentro de las cavernas. Otros
llegaron a las frías regiones polares y subpolares; otros prefirieron los desiertos; ocuparon otros
las montañas, hasta las grandes alturas. Sin embargo, ciertas regiones muy frías de los polos Norte
y Sur, y las cumbres de las más altas montañas, parecen aún exentas de vida. Durante el largo
tiempo de existencia del planeta, las revoluciones de la corteza terrestre alteraron más de una vez
la forma de los continentes; uniéronse tierras distantes y se separaron tierras que estaban
próximas; otras se sumergieron, o emergieron; eleváronse antiguas llanuras, etc. Durante dichas
revoluciones formáronse muchas islas, y la fauna y la flora de las mismas conserva todavía hoy las
marcas indelebles de su origen y de su parentesco con las especies continentales. Todas estas
transformaciones, unidas a la deficiencia de los conocimientos acerca de los primitivos lugares
habitados, y hoy destruidos, hacen que sea muy difícil trazar el derrotero original que siguió la
vida sobre la faz de la tierra. El biólogo sólo puede hacerlo después de laboriosas investigaciones,
examinando trozos aislados, y muchas veces inconexos de dicho primitivo derrotero.