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ZOOLOGIA - La vida terrestre
LA CONQUISTA DE LA TIERRA
Para los animales, la conquista del medio terrestre era un problema difícil,
porque exigía la
locomoción por medio de patas y la presencia de un sólido aparato sustentador, del que hasta
entonces no habían precisado los animales acuáticos, ya que el agua misma sustentaba el peso de
su cuerpo. Aparte de esto, los animales terrestres tenían que respirar el aire atmosférico. Los
animales que alcanzaron éxito en la conquista de la tierra firme fueron aquellos que en el medio
acuático ya poseían un caparazón externo, como los artrópodos, o un esqueleto interno, como los
peces. En ellos, existían ya estructuras sólidas capaces de sostenerlos en el medio terrestre, y éste
no sería, por consiguiente, el problema más difícil de resolver. Para los artrópodos, la locomoción
tampoco constituiría problema serio, porque ya en el agua poseían apéndices locomotores. En
cambio, la cuestión fue más difícil para los vertebrados, pues las aletas de los peces eran órganos
locomotores impropios para la locomoción terrestre, desde el momento que el aire no ofrecería
ninguna resistencia útil a esas membranas. Para cualquier vertebrado terrestre sería necesario
desplazarse apoyando su cuerpo sobre patas, problema ya resuelto por los artrópodos. La
transformación de las aletas de los peces en patas y la sustitución de las branquias por pulmones
fueron las dos grandes conquistas que permitieron a los vertebrados dominar la tierra. Las aletas
pectorales y abdominales del pez son homólogas de los miembros anteriores y posteriores de los
otros vertebrados. Dichas aletas sufrieron, en los peces, miles de variaciones, que se tradujeron en
miles de especies distintas, y algunas de esas variaciones condujeron a la estructuración de
nuevos tipos de miembros. Algunos peces primitivos ya las emplearon más como patas que como
aletas; aun hoy, hay peces que caminan por los pantanos y por los terrenos fangosos con auxilio
de sus aletas pectorales. Del mismo modo debieron de emplearlas los antepasados de los primeros
vertebrados terrestres. El nuevo medio que se les ofreció, permitióles aprovechar variaciones que
en el medio acuático eran inútiles. Aquellos primeros animales con toscos miembros vivieron
simultáneamente en el agua y en tierra, y por consiguiente llevaron una vida anfibia, tal como la
lleva actualmente la clase de los anfibios, los más sencillos de todos los vertebrados terrestres.
Por otra parte, estos animales que se aventuraban en un nuevo medio necesitaban respirar el aire
atmosférico, y para ello perfeccionaron un órgano que ya poseían. En efecto, la mayoría de los
peces óseos tienen una vejiga natatoria llena de gases, cuya pared es muy vascular. Los
vertebrados de patas toscas también poseían esa vejiga natatoria, heredada de sus antecesores, y
se habituaron a respirar con ella, como ocurre todavía hoy con los peces denominados dipnoos o
peces pulmonados. Los anfibios, como el sapo o la rana, indican aproximadamente el camino que
debieron de seguir en su evolución aquellos primeros conquistadores. En su fase adulta están lejos
de revelar sus estrechas relaciones con el agua, o su parentesco con los primeros antecesores
terrestres; su desarrollo, sin embargo, demuestra relaciones sorprendentes. De sus huevos salen
renacuajos que viven en el agua, poseen una cola locomotriz y presentan a cada lado de la cabeza
orificios correspondientes a las agallas de los peces, en cuyo interior se encuentran las branquias;
más tarde, aparecen los miembros, la cola es reabsorbida y desaparecen las aberturas branquiales.
Los antepasados de los anfibios actuales y de los demás vertebrados terrestres pasaron por
idénticas transformaciones; sus vejigas natatorias evolucionaron para constituir los pulmones, y
las aberturas branquiales se cerraron.
Esta utilización de la vejiga natatoria como órgano de la respiración (pulmones) , es de una
importancia extraordinaria; en ella tenemos el ejemplo de un órgano existente en millares de
especies de peces y que no sufrió en ellas ninguna modificación importante, por falta de selección
o de competencia; pero tan pronto como apareció una nueva oportunidad para ciertos peces
poseedores de vejiga, en los que la existencia de la misma adquirió una nueva utilidad,
desarrolláronse nuevas ramas en el árbol zoológico. Esta presencia de órganos que muchas veces
parecen sin gran utilidad, constituye una reserva en potencia que permitirá a los animales
adaptarse a nuevas circunstancias, sobreviviendo o dando origen a nuevos grupos.
Con todo, la conquista de la tierra por los animales no habría podido tener éxito antes de la
conquista por los vegetales, ya que éstos serían el alimento de los animales herbívoros que
habrían de permitir el desarrollo de los carnívoros. En tales condiciones, los animales tuvieron
que esperar a los vegetales. Estos últimos invadieron la tierra, constituyendo tipos más sólidos,
como los musgos y los equisetos, que durante muchos miles de años (los tiempos
permocarboníferos) constituyeron selvas inmensas, origen de la hulla de nuestros días. Una vez
que hubo adquirido la vegetación cierta densidad, los artrópodos primero, y luego los
vertebrados, ganaron la tierra y se esparcieron por ella,
Antes de terminar este capítulo, sería útil aclarar el problema de la conquista de la tierra con
algunos ejemplos. Ciertos animales, en diversas épocas, se volvieron más o menos aptos para la
vida terrestre. Diversos crustáceos abandonaron la masa líquida y pasaron a vivir en las playas,
pero sin conseguir nunca internarse tierra adentro, pues dependían siempre de cierta humedad.
Entre estos modestos aventureros conviene señalar el grupo de los isópodos, del que forman parte
las cochinillas de playa. Estos isópodos tuvieron gran capacidad de adaptación, y de ahí que
hayan poblado las aguas marinas, las aguas dulces y parte de la tierra, contándose entre ellos
numerosos parásitos, tanto externos (ectoparásitos) como internos (endoparásitos). Las cochinillas
de playa viven en las peñas costeras, en las que pasan parte del tiempo fuera del agua, pero no
pueden prescindir de ésta por completo. Otros isópodos semejantes a éstos, aunque más
pequeños, que viven en tierra, consiguieron desvincularse hasta cierto punto de la humedad
resultante de la proximidad de una masa de agua para vivir en la humedad que tiene otros
orígenes, y así se los encuentra a muchos kilómetros del agua, bajo las piedras o los troncos, o
entre las cortezas, resistiendo bastante bien la sequedad.
Otro tipo curioso de conquista del medio terrestre es el que nos ofrecen los moluscos. De ellos, tan
sólo los gastrópodos han sido capaces de tal proeza, por el hecho de que no son animales fijos. Los
gastrópodos acuáticos, tanto marinos como de agua dulce, respiran por medio de branquias,
colocadas dentro de su cavidad paleal; los que viven en la tierra prefieren generalmente los
lugares húmedos, y su respiración es pulmonar, pero no tienen un pulmón como el de los
vertebrados, o de origen equivalente. En vez de branquias, tienen la pared interna del manto
ricamente vascularizada, presentando una serie de anfractuosidades que aumentan su superficie
respiratoria. Probablemente, los antepasados de los actuales pulmonados terrestres eran
gastrópodos de agua dulce, bastante parecidos a los actuales. La vida en aquellas aguas, sin
embargo, ofrecería en muchos casos alternativas de lluvias y de sequías. Los gastrópodos
lucharían con aquellas condiciones de diversas maneras, y algunos individuos, por razón de
ciertas mutaciones, pudieron continuar respirando el aire en un ambiente húmedo y ganaron poco
a poco la tierra. Otros gastrópodos acuáticos debieron proceder como las actuales ampularias, que
respiran por branquias. Estos moluscos poseen un opérculo calcáreo en la cara inferior del pie, con
el que el animal cierra su concha cuando se encierra en ella, y son capaces de pasar meses enteros
en el fango seco, esperando lluvias.
Otra conquista útil, aun cuando no necesaria, de los gastrópodos terrestres, es su reproducción
por medio de huevos con cáscara. Decimos que no es necesaria, porque estos animales podrían
muy bien desovar en el agua como lo hacen los sapos, que viven en tierra, o ciertas ranas que
viven en los árboles; pero la posibilidad de producir huevos semejantes a los de las aves y los
reptiles permite a estos gastrópodos mayor independencia del agua. Esta propiedad
probablemente existía ya en los gastrópodos antes de que adquiriesen la respiración pulmonar y
se hicieran terrestres. Efectivamente, existían ya en las ampularias, que son gastrópodos de
respiración branquial y adaptados a las aguas dulces. Sus huevos redondos, de color rosa y del
tamaño de pequeñas arvejas, son adheridos en racimos a las plantas o a cualesquiera objetos
sólidos que sobresalgan del nivel del agua.
Otros grupos zoológicos, como los platelmintos o los anélidos, tienen representantes terrestres,
pero no poseen órganos especiales de respiración; respiran a través del tegumento y no pueden
alejarse de lugares húmedos.