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ZOOLOGIA - La vida en las aguas marinas
LA VIDA INVADE Y OCUPA LOS MARES
La vida se formó en los mares, pero se esparció por su inmensa masa líquida sólo muy
lentamente. Durante millones de años, fueron poblándose gradualmente la superficie y el fondo
del mar, en tanto que la gran masa de agua comprendida entre las capas superficiales y el fondo
permaneció casi deshabitada. Solamente mucho tiempo después fue esta última poblada y
dominada por los animales, debido a la aparición de un tipo que para el medio marino era
revolucionario, los peces, capaces de flotar fácilmente gradas a su vejiga natatoria y a un sistema
de locomoción enteramente nuevo y altamente eficaz, las aletas.
Los crustáceos, los invertebrados más rápidos que hay en las aguas marinas, no poseen un sistema
locomotor ni una organización tan adecuada como la de los peces. Sus apéndices locomotores
sírvenles más bien para la marcha por el fondo del mar, no siendo órganos exclusivos de natación,
sino órganos empleados eventualmente para este fin. Los crustáceos descienden de animales que
tenían una organización apropiada para evolucionar en el futuro fuera del agua, en tierra,
adquiriendo allí un desarrollo enorme, como ocurre con sus próximos parientes los miriápodos,
los arácnidos y los insectos.
Un paso de importancia extraordinaria en la ocupación de los mares fue la agrupación de
protozoarios en colonias, dando origen a los primeros animales pluricelulares, espongiarios y
celenterados, que se fijaron sobre las plataformas submarinas. Todos los demás animales se
desarrollaron prácticamente sobre el suelo submarino, a partir de esos primitivos tipos fijos, y, o
bien llevaron una existencia sedentaria, o se arrastraron o caminaron sobre las plataformas
submarinas.
Muchas fueron las tentativas de los animales pluricelulares para ganar la inmensa masa líquida
comprendida entre la superficie y el fondo; algunas de ellas fueron coronadas por el éxito, pero la
mayor parte no consiguieron el objetivo perseguido, pues, aun siendo capaces de desplazarse por
la natación (como muchos langostines, cangrejos y gusanos), los animales no dejaban de volver al
suelo para descansar antes de emprender un nuevo avance. Algunos de ellos, sin embargo,
lograron penetrar en esas aguas; ciertos moluscos de concha atrofiada (Aplysia y los pterópolos)
consiguieron nadar con bastante facilidad; algunos celenterados abandonaron el fondo del agua y
vinieron hasta la superficie, como las grandes medusas y las colonias flotantes de sifonóforos (las
fisalías). Hubo crustáceos minúsculos que, gracias a su poco peso y a las adaptaciones de sus
apéndices, consiguieron igualmente reunirse con los demás moradores de las capas superficiales.
Con todo, el suelo submarino continuó abrigando la mayor parte de las ramas zoológicas.
Espongiarios, celenterados, diversos gusanos briozoarios, equinodermos (crinoideos), moluscos
(distintos lamelibranquio)), fijábanse en el fondo del mar; diferentes gusanos, braquiópodos,
equinodermos, moluscos y crustáceos se arrastraban sobre ese mismo fondo. Todo este conjunto
de animales constituía el bentos, o agrupación de habitantes fijos o que se arrastran en el fondo
submarino. Mientras el bentos se desarrollaba en la profundidad de los mares, las larvas libres de
casi todos los animales fijos y los animales libres derivados del mismo bentos habitaban la
superficie de las aguas y constituían el plancton, o agrupación de habitantes de superficie, de
locomoción restringida y moviéndose llevados por el agua.
Sólo faltaba la aparición del necton, formado por aquellos animales que surcan libremente las
aguas entre la superficie y el fondo con ayuda de eficaces órganos de natación, y constituido
esencialmente por los peces. Los peces actuales se derivan de formas primitivas, con esqueleto
cartilaginoso y revestidas exteriormente de placas óseas (los ostracodermos), muy pesadas, y que
no sobrevivieron hasta nuestros días. En los peces modernos, cuyo cuerpo está más
perfeccionado, hay un órgano de equilibrio que los hace más livianos, la vejiga natatoria, en
comunicación con el esófago. Esta comunicación se cierra después en varios peces. La presencia
de dicha vejiga, formada por un divertículo de la pared del esófago, es de trascendental
importancia para la evolución y para la conquista del medio aéreo. Representa, en efecto, un
órgano de respiración secundaria, y algunos peces (dipnoos) respiran casi exclusivamente por
medio de ella. Es esta vejiga la que ulteriormente se va a modificar y perfeccionar para cumplir la
función de un pulmón en los animales que respiran el oxígeno del aire atmosférico.
Mientras distintos peces se desarrollaron en este sentido y dieron origen a los antecesores de los
anfibios y de los primeros reptiles, la mayor parte de los que poseían vejiga natatoria ocuparon
gradualmente el inmenso intervalo de agua entre la superficie y el fondo del mar.
La aparición del tipo pez fue, sin duda, una creación extraordinaria, que vino a contrastar con los
animales que hasta entonces habitaban el mar, de los cuales, solamente algunos, en virtud de
adaptaciones secundarias, lograron algún éxito en la invasión de la gran masa líquida interior. La
velocidad alcanzada por los peces sólo fue posible gracias a nuevas modalidades orgánicas: una
estructura interna sólida, un endoesqueleto cartilaginoso u óseo que permitía los movimientos
laterales de la cola, la presencia de aletas rígidas, y un cuerpo liviano flotando fácilmente en el
agua. Este advenimiento revolucionario solamente fue igualado, y aun sobrepasado, millones de
años más tarde, con la conquista de la vida terrestre por animales con miembros bien
desarrollados y una respiración pulmonar, aérea.