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ZOOLOGIA - Los animales articulados o artrópodos
QUITINA Y EXOESQUELETO
El cuerpo de un artrópodo, formado por la reunión de segmentos o artejos y de diversos
apéndices, representa una especie de fuerte estuche dentro del cual se hallan encerrados los
órganos internos. Este estuche o coraza es un verdadero esqueleto de sustentación para el animal,
y recibe el nombre de exoesqueleto, es decir, esqueleto externo, por contraposición al esqueleto
interno que existe en los animales vertebrados.
Este exoesqueleto no es en realidad la piel del animal, sino una formación dura que fabrica la piel
y que se va depositando sobre ella, más o menos como la uña de un dedo fabricada por la piel que
queda bajo ella. Esta sustancia de que se forma el exoesqueleto es de naturaleza orgánica y se
conoce como quitina. A medida que es fabricada por la piel, vuélvese dura, de manera que
impediría la flexibilidad y los movimientos del animal si los diversos segmentos de su cuerpo y de
sus apéndices no estuvieran dotados de articulación.
CONSECUENCIA DE LA EXISTENCIA DE QUITINA
El esqueleto quitinoso, poco flexible, constituye para el animal una verdadera armadura. El
artrópodo, para pasar de larva a adulto, crece, pero este crecimiento es impedido por la armadura
quitinosa externa. ¿Qué ocurre entonces? El animal, naturalmente, aumenta de tamaño hasta
donde lo permite la pequeña elasticidad de la quitina, pero llegado al punto máximo de
distensión, entra en reposo, y su armadura externa se desprende, libertándose aquél de ella para
ser envuelto en una nueva capa de quitina delgada y flexible y entrar en una nueva fase de
crecimiento. Estas mudas se repiten varias veces hasta que el animal alcanza su fase adulta.