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PSICOLOGIA - La vida personal es un constante aprendizaje
¿QUE ES UN REFLEJO CONDICIONADO?
Para comprenderlo se precisa hacer un poco de historia: hace unos cuarenta años, el fisiólogo
ruso Iván
Petrovich Pavlov, estaba estudiando las modificaciones que el tipo de alimento
ingerido provocaba en el jugo gástrico segregado en sus perros de experimentación. Para esto
se valía de la técnica llamada de la "fístula gástrica", consistente en hacer un agujero en el
esófago (órgano tubular que conduce la comida desde la boca al estómago) y tener también
puesta una sonda con comunicación al exterior en la propia cavidad gástrica. De este modo, el
perro comía, pero ese alimento volvía a salir por el agujero esofágico, sin llegar al estómago, a
menos que conviniese al experimentador (en cuyo caso ocluía el agujero de salida). Pues bien:
de esa suerte había podido ver que la ingestión de carne daba lugar a la formación de un jugo
gástrico distinto del que se producía con la ingestión de féculas (harinas, etc.), pero, de pronto,
vio sus experiencias perturbadas por un hecho insólito: sus perros segregaban un jugo
gástrico especial antes de ingerir el alimento y la composición de ese jugo parecía
corresponder al tipo de comida que aún no habían tomado. Dicho de otro modo: los perros se
anticipaban o preveían la experiencia y ajustaban así sus secreciones no a la situación presente
sino al futuro inmediato.
Pronto se dio cuenta Pavlov que ello se debía al hecho de que habiendo precedido muchas
veces la entrada del alimento en el laboratorio al hecho de su ingestión por el perro, éste había
asociado su imagen visual con la imagen gustativa y había sustituido aquélla a ésta en la
producción del reflejo secretor. A esta nueva modalidad de reflejo,
en el que el excitante
primitivo (que se denomina "estímulo absoluto") es sustituido y condicionado por otro (que se
denomina "estímulo condicional o condicionante"), Pavlov la denominó: reflejo condicionado,
para dar a entender que es posible hacerlo variar con el sencillo recurso de hacer preceder
unas cuantas docenas de veces el estímulo que se quiere condicionar al estímulo absoluto. Es
así como, por ejemplo, si antes de dar la comida al perro lo acostumbramos a que se le tire del
rabo, o a que oiga un disco musical, etc., llegará pronto un momento en que al tirarle del rabo
o poner el disco segregará el jugo gástrico que corresponde a la comida (aún
no vista ni
comida pero sí anticipada o prevista). Pues bien: en todo momento de nuestra vida estamos en
constante formación de este tipo de reflejos condicionados. Así, por ejemplo, si un día nos
hemos caído al bajar de una escalera, creamos un reflejo condicional negativo —que puede
durar meses o años—ante cualquier otra escalera que tengamos que bajar, aun cuando no
ofrezca los peligros de la que provocó nuestra caída. Si otro día hemos sido ofendidos por un
sujeto de nariz grande, engendraremos una antipatía subconsciente
ante cualquier otro
ciudadano que tenga ese apéndice nasal un tanto exagerado, aun cuando sea pacífico y
amable con nosotros, etc.