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PSICOLOGIA - El precio de la civilización es el sufrimiento
PRINCIPALES MEDIOS PARA EVITAR EL SUFRIMIENTO IMPUESTO POR LAS
OBLIGACIONES MORALES O SOCIALES
"Quien hizo la ley hizo la trampa" —dice un viejo adagio castellano—. No se puede asegurar
que esto sea cierto así, tan crudamente expresado. Pero, en cambio, sí podría aseverarse que
"Quien hizo la ley dio pábulo a la trampa". Por esto la misma sociedad civilizada y culta que
impone al ciudadano una serie de limitaciones (prohibiciones) y de obligaciones (deberes)
éticas y jurídicas, se cuida de darle los recursos para soslayarlas, gracias a determinados
"artificios" que cada cual aprende en el correr de su experiencia personal y que le permiten
conciliar sus "ganas" (de hacer cuanto se le antoja) y sus "temores" (de ser objeto de sanción
social, ética o divina). Estos medios se reducen, en esencia, a obtener la descarga de la energía
de los impulsos primarios de acción y reacción en forma que sea tolerada o, a veces, elogiada
por el grupo social en que se actúa y esté, en lo posible, de acuerdo con la pauta ideal de
conducta a la que cada individuo tiende (como resultado del influjo educativo de sus padres y
maestros de la infancia). Así, pues, no basta que engañemos a los demás, sino que es preciso
que podamos engañarnos a nosotros mismos y esto es lo que realiza la denominada, por
Claparéde, "función de auto-justificación". Su importancia merece que le concedamos el
primer lugar en esta enumeración de procesos autocompensadores.