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PSICOLOGIA - Etapas principales de la formación del Yo
EVOLUCION PSIQUICA DE LOS SIETE A LOS DIEZ AÑOS
Este período es el de mayor estabilidad biológica en la infancia: lejos de su inicial invalidez
social y sin sentir todavía las nuevas inquietudes que traerá la proximidad de la pubertad, el
niño de esta edad atraviesa un "oasis de paz afectiva" y por ello puede proceder a la
adquisición, ordenación e integración de un abundante capital de conocimientos.
El progreso intelectual se manifiesta, sobre todo, por el descubrimiento de nuevas relaciones
de sentido y la progresiva "conceptuación" del mundo psíquico. Al niño de esta edad ya no le
brotan recuerdos sino ideas. Asimismo, la ordenación temporal —la cuarta dimensión
psíquica— adquiere rápidamente las características definitivas y propias del futuro adulto: si
antes no sabía emplear propiamente los adverbios de localización cronológica, ahora los usa
con creciente precisión. Y lo mismo ocurre con los restantes términos que sirven para
"ponderar" las diversas magnitudes del mundo físico: el niño sabe no sólo ordenar sino contar.
Su actividad intelectual empieza a primar sobre la motriz: su deseo de saber es superior a su
deseo de moverse, si no siempre, cuando menos a menudo.
Asimismo, la moral pasa de ser homónima (dependiente) a ser autónoma (independiente). Ya
no le bastará que le diga alguien que esto es bueno o es malo para creerlo: necesitará pasarlo
por el tamiz de su propia crítica y elaborará, por tanto, sus propias reglas de conducta.
El Super-Yo, según los psicoanalistas, está al fin de su formación y, cosa curiosa, en la medida
en que esta conciencia moral individual se precisa, empieza el proceso de destronamiento de
la veneración, hasta entonces sentida, por los padres. El niño, en esta fase de su devenir,
descubre que sus padres se equivocan y tienen defectos como los demás. Ello le lleva a tener
que resolver por sí mismo dudas que antes le parecía más fácil dejar al cuidado de sus
progenitores. Por ello ahora se nota una franca duplicidad en su conducta, según se dirija a
sus iguales o a sus superiores (en poder, y no valer); es así como se delinea el proceso de
"independización", que alcanzará rápido ascenso en la adolescencia.