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PSICOLOGIA - El dinamismo estructural
LOS ACTOS ASOCIATIVOS Y DISCURSIVOS
Hemos indicado, hace pocos instantes, que las impresiones o datos de conciencia no
permanecen aislados, sino que se engarzan o asocian entre sí. Aristóteles ya anunció —en
forma de leyes— las condiciones que rigen ese continuo entrelazamiento de ellas. Afirmó el
sabio griego que hay una gran tendencia a asociarse todas las impresiones que han tenido una
continuidad o una contigüidad en el tiempo o en el espacio y todas aquellas que tienen formas
o significados semejantes u opuestos. Es así como la palabra "vida" nos sugiere la palabra
"muerte", porque están asociadas no solamente por el hecho de sucederse la una a la otra sino
por ser opuestas. La palabra "armario" nos sugiere la palabra "ropa", porque ambas expresan
objetos que están juntos en el espacio. La idea de "casamiento" nos sugiere la idea de "hijos",
porque acostumbran a sucederse en el tiempo. Y así, sucesivamente, cualquier palabra
pensada nos evocará otras que están ligadas a ella por una relación de proximidad en el
espacio o en el tiempo, por una relación de semejanza (en la forma, en el uso, etc.) o por una
relación de contraste (cual ocurre cuando la palabra "cóncavo" nos hace pensar en la palabra
"convexo").
Este proceso o serie de actos de asociación es la base fundamental de nuestro pensamiento.
Durante varios siglos los psicólogos llamados "asociacionistas" creyeron que no solamente era
la base necesaria sino la suficiente para explicarlo, pero hoy sabemos que "discurrir", esto es,
pensar, no es solamente un "decurso", o sea, vagar o viajar sin rumbo en el campo de las ideas.
El pensamiento ha de tener propósito, finalidad, sentido director y, al propio tiempo, guía o
rumbo orientador. Hay la misma diferencia entre la simple actividad asociativa y el
pensamiento organizado que la que hay entre un barco sin timón, brújula ni capitán y otro
que contenga todos esos elementos y además sepa a dónde tiene que ir. Por eso a los actos en
los cuales "los contenidos asociativos se orientan, estructuran y jerarquizan de acuerdo a un
propósito" se les denomina actos discursivos; éstos constituyen una parte de las
manifestaciones asociativas que se llama pensamiento propiamente dicho; cada uno de los
elementos aislables en esa estructura recibe el nombre de idea (también, por abuso de lenguaje,
se le llama pensamiento a la idea y entonces es factible decir el contrasentido de que: "el
pensamiento se compone de múltiples pensamientos", lo que, evidentemente, es un abuso
lógico-sintáctico).
Cuando existe una proliferación de ideas asociadas exclusivamente por esas relaciones antes
enunciadas (por Aristóteles) se la llama "flujo de ideas", siempre que sea un tanto tumultuosa.
Tal ocurre en ciertas condiciones de exaltación y embriaguez, en las que un sujeto se pone a
hablar ininterrumpidamente, sin saber exactamente a dónde va a conducirle esa "diarrea
verbal" (la llamada verborrea). Y por eso, con bastante justeza, se ha dicho que "quien mucho
piensa, poco habla".