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PRIMEROS AUXILIOS - Heridas
COMPRESION Y LIGADURAS DE HERIDAS ARTERIALES
En la figura se muestra dónde se debe comprimir.
Pero aun arterias de grueso calibre
comprometidas en una gran herida, pueden no sangrar. Su desgarro suele producirse en
forma tal algunas veces que la cierra automáticamente. Sólo una noción exacta de la topografía
arterial, nos indicará si presumiblemente existe una lesión de los vasos. Las arterias son tubos
depresibles; si por encima de la herida las comprimimos sobre un plano duro, se aplastan y
ello detiene la hemorragia. La compresión se puede hacer inmediatamente por encima de la
herida, presionando la región con el pulgar y comprobando el punto en que se contiene la
sangre apoyándose de plano y con fuerza, con toda la mano.
Es mejor hacerla en puntos especiales, en los cuales, por estar la arteria descansando sobre el
plano óseo, es fácilmente comprimible. Esto requiere un conocimiento anatómico, pero tiene la
ventaja de permitir con mayor facilidad las maniobras necesarias para colocar un apósito o un
garrote en el segmento del cuerpo lesionado. Existe, además, la posible contaminación de la
herida por las manos del que socorre, ya que esta maniobra se habrá realizado con tanta
urgencia que impedirá que éste haya podido desinfectarse. Estas presiones deben hacerse con
mucha fuerza, en posición cómoda, para no fatigarse y tener que cambiar de postura, y deben
actuar en forma continua. Recordaremos que la presión en las lesiones arteriales debe hacerse
en la parte próxima de la herida, entre ésta y el corazón, lo contrario de lo que se hace en las
heridas venosas, en las que se comprimirá por debajo. La sangre vuelve al corazón por las
venas y es en tales circunstancias cuando se derrama en la herida.
En las heridas del cuello y lesión de la carótida, se oprime esta arteria contra el plano óseo de
la columna cervical, cerca del ángulo que
forma el músculo, que siempre hace relieve en la
parte anterior con el extremo interno de la clavícula. (Inserción
inferior del
esternocleidomastoideo). Este punto corresponde en el esqueleto a la sexta vértebra cervical.
Hay que apretar fuerte, cargando todo el peso del cuerpo sobre el herido.
En las heridas de la mejilla, lesión de la arteria facial, se comprime por presión a nivel del
ángulo maxilar inferior. Las heridas de la región de las sienes, por presión debajo del hueso
cigomático, por delante del oído.
Las lesiones del hombro y brazo se pueden comprimir en el fondo de la depresión supra-
clavicular apretando la arteria, llamada en dicho punto subclavia, contra la primera costilla. La
arteria del miembro superior es prácticamente única y puede comprimirse abarcando el brazo
con la mano, presionando hasta sentir la desaparición del pulso, signo que siempre orienta
para la dirección de la presión, y apretando la arteria contra el hueso del brazo (húmero). En el
antebrazo, para contener hemorragias de la mano, el auxiliador tomará el pulso al accidentado
como hace el médico; para ello colocará su pulgar en la ligera gotera que en la cara palmar del
miembro está situada a cada lado de la línea medía; gotera formada por los tendones que
cubren la cara anterior de la muñeca, y presionará tomando como elemento de inmovilización
sus otros cuatro dedos apoyados en el plano posterior de la muñeca. Otro medio, si el paciente
no tiene más que una herida simple sin otra lesión traumática ósea que la complique, es hacer
que el herido tome con fuerza un muñeco de gasa o algodón, con lo cual quedará a su cargo la
contención de su propia hemorragia. Convencido de que así no pierde sangre, el enfermo lo
realiza de buena gana y esto permite pasar al segundo tiempo de la curación, que es la
colocación del apósito o la ligadura que hará el médico una vez que el paciente haya llegado a
sus manos.
En el miembro inferior se comprime la arteria femoral en la ingle, apoyando el dedo pulgar
donde late a este nivel, que es a la mitad del camino de una línea recta que une al pubis y la
espina ilíaca antero-superior. Los médicos hacen en algunas operaciones compresión a nivel
de la aorta abdominal, la arteria principal del tronco. Puede darse el caso de que un gran
accidente obligue a esto y que el auxiliante se anime a hacerlo dando muestras de una gran
serenidad ante un herido que seguramente ha de tener grandes desgarros y traumatismos. Es
entonces cuando tendrá que emplear las dos manos, una sobre otra, para presionar en la línea
media del vientre por encima del ombligo, hasta sentir, actuando con todo el peso de su
cuerpo, que las manos apoyan sobre la columna vertebral del lesionado Si sus maniobras
evitan la hemorragia y dan tiempo a colocar un garrote y trasladar al herido, podrá decir que
ha salvado una vida.
En el pie, si la hemorragia es de la cara anterior, se palpará y presionará a nivel del primer
espacio intermetatarsiano, en el dorso del pie, pero aquí como en la pierna, la hemorragia dará
tiempo a la colocación de un torniquete o lazo hemostático.