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PRIMEROS AUXILIOS - Fracturas y luxaciones
FRACTURAS EXPUESTAS
Ya expusimos el criterio actual con que se procede a tratar las heridas. ¿Cuál será la acción de
un traumatólogo ante una fractura expuesta? Lo que se pretende por medio de una
intervención quirúrgica, es retirar del foco todo aquello que haya sido puesto en contacto con
el exterior, todo lo presumiblemente infectado. Además el cirujano retirará de la herida, la que
abrirá ampliamente, todo aquello que por la fuerza del pacto traumático esté amenazado de
muerte, músculos contundidos, hematomas, desgarros aponeuróticos y fragmentos óseos que
han perdido su vinculación con los vasos que los nutren. Retirará los cuerpos extraños o
proyectiles (si la fractura ha sido producida por un arma de fuego o explosión) y exponiendo
así ampliamente la herida para no dejar cavidades ni espacios muertos en los que pueda
generarse una infección, procederá a tratar la fractura por los métodos que le parezcan más
indicados. Después, el cirujano contemplará la necesidad de dejar esta herida abierta, lo que es
mayor garantía (la piel cicatrizará por granulación), o la oportunidad de la sutura. Finalmente,
colocará el apósito o un yeso.
Resección en el caso de una fractura total. Las líneas negras indican lo que se debe sacar, así
como las esquirlas de hueso.
Esta descripción es secundaria para este curso, pero necesaria para guiar el criterio de la
primera cura. Hemos dicho que el cirujano procederá a cortar todo el contorno de la herida;
por lo tanto será inútil que nosotros la toquemos y la manipulemos. El lavado de la herida
producirá junto con la evacuación de fragmentos de tejidos o cuerpos extraños adheridos, la
penetración a mayor profundidad de otros; mientras que el líquido que vertamos en la herida
llenará los espacios intermusculares y el foco, propagando indirectamente la infección. Por
otra parte, si un fragmento óseo hace saliente al exterior, la tentativa de reducirlo ocasionará
desplazamientos y cubrirá superficies expuestas que luego podrán pasar ignoradas por el
cirujano.
Necesario es, por lo tanto, que limitemos nuestra acción a actos simples guiados por la
finalidad de aliviar al fracturado y colocarlo lo más pronto posible en manos expertas. Para
ello, si lo hemos de entregar en pocos minutos, nos limitaremos a cubrir con gasa estéril la
herida y proceder a la inmovilización del miembro fracturado en un aparato apropiado o de
emergencia. Si el fracturado debe ser trasladado o ha de tardar en llegar a un centro quirúrgico
donde será tratado, tocaremos la superficie de la herida con un antiséptico suave, como
mertiolato, mercurio-cromo o tintura de yodo diluida y luego verteremos sulfamida en la
herida; inmediatamente procederemos a la inmovilización y acondicionamiento del miembro
lesionado. Si el lugar del accidente queda muy distante de un centro médico, se dará en
seguida suero antigangrenoso, antitetánico y aun una fuerte dosis de penicilina si la hubiere.
El tratamiento de toda luxación expuesta es en sí el mismo, y necesario es reconocer que en la
mayoría de los casos, salvo circunstancias favorables, no se hará el diagnóstico diferencial
entre ellas por el profano.