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PRIMEROS AUXILIOS - Congelaciones
La acción del frío se denomina, cuando es general de todo el organismo, enfriamiento; si éste
llega a ser extremo, se produce la congelación. Como no se realiza de un modo uniforme, sino
que comienza por las zonas más expuestas a la acción de los factores climáticos, como son las
extremidades, orejas, nariz o dedos, las lesiones comienzan por ser, de ordinario, locales; a
éstas también se acostumbra llamarlas heladuras.
El clima frío, sobre todo con viento húmedo, es el que más fácilmente produce congelaciones y
más fácilmente aun, si la persona está debilitada o en estado de agotamiento o inanición. El
mecanismo del enfriamiento por sumersión en agua helada es semejante. El sometido a
enfriamiento siente laxitud, somnolencia, embotamiento de los sentidos, lentitud del pulso y
de la respiración. Si no es advertido, el enfriado cae en sueño y coma, terminando su vida
sobre el terreno. Esta es la tragedia de muchos alpinistas, exploradores de alturas o de las
regiones polares.
El tratamiento de estos pacientes consiste en el recalentamiento lento y progresivo, no, como
se creería de primera intención, haciéndolos pasar bruscamente del frío al calor, lo que es
capaz de terminar con el congelado. Comenzará, el que quiere auxiliar, por desprender la ropa
y ligaduras, para favorecer los movimientos amplios de la respiración, practicando, si es
necesario, la respiración artificial. Friccionando la superficie del cuerpo fuertemente con agua
fría o hielo, se conseguirá reactivar la circulación. El coñac y el café son dos estimulantes de la
circulación fácilmente a mano, los cuales serán empleados apenas el enfriado recobre
suficiente conciencia como para poder beber. El activar la circulación exige el empleo de
drogas inyectables como la cafeína, la coramina y el aceite alcanforado. En un plazo
prudencial y a medida que el paciente recupere los sentidos, se lo irá arropando y
aumentando la calefacción del ambiente.
En las lesiones locales se empleará un procedimiento similar hasta llegar a la descongelación
por lento y progresivo recalentamiento, protegiéndose luego con un vendaje estéril y
algodonado la zona congelada, para evitar de este modo que los tejidos comprometidos se
infecten.
La situación, como se ve, es semejante a la de un quemado. La congelación tiene también
semejantes grados de intensidad. Lo importante, fuera de la gravedad en sí de la congelación,
es evitar de cualquier manera la infección secundaria.