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PREHISTORIA - El Período Neolítico
NUEVOS YACIMIENTOS DE SILEX
También aparece, vinculado con la industria de la piedra, un hecho nuevo, demostrativo de
hasta dónde ha aumentado la inventiva y el espíritu de empresa del hombre, que consiste en la
ardorosa búsqueda, en el subsuelo, de los yacimientos de sílex, que ya comenzaban a agotarse
en la superficie. Además, como lo hace notar muy justamente de Morgan, es muy posible que
los artífices neolíticos hubiesen advertido ya que el sílex recién extraído de las capas de creta se
talla con más facilidad que el que ha estado largo tiempo en contacto con la intemperie. La
primera de esas "minas de sílex" fue hallada en Spiennes, cerca de la ciudad de Mons, por tres
arqueólogos belgas, Briart, Cornet y Houzeau de Lehaye. Veinte años se tardó en encontrar la
segunda, que fue señalada en Aveyron, por Boule y Cartailhac. Después aparecieron,
sucesivamente, en otros departamentos franceses y en las regiones de Norfolk y Sussex, en
Inglaterra.
No ha de creerse que estas excavaciones fuesen pequeñas. La osadía de los neolíticos los lleva,
en Spiennes, a perforar un pozo de 0,60 a 0,80 mts. hasta una profundidad de 12 metros. Y no
contentos con eso, a esa profundidad verificaron galerías irregulares de hasta 2 metros de altura
y 2,50 de extensión. En el interior de esas galerías se han encontrado instrumentos de piedra
enmangados, tales como picos, hachas y martillos, con los que se realizaron los trabajos de
extracción, así como restos de madera calcinada que sirvieron para iluminar y calentar. Los
materiales extraídos deben haber sido singularmente abundantes, como lo prueban los restos de
núcleos y de astillas (subproductos de retoque), de los que el suelo estaba sembrado en una
extensión de 25 hectáreas, alrededor de pozos.
Podrá preguntarse por qué estos hallazgos de minas neolíticas no son más abundantes. La
respuesta es obvia. El hombre moderno ha trabajado intensamente la superficie del suelo en
todas partes de Europa, de tal suerte que estas obras neolíticas han desaparecido, en su casi
totalidad, desde lejanos tiempos. En cambio, en Egipto, donde se han descubierto sobre terrenos
desérticos que el hombre histórico no había tocado, minas de sílex idénticas a las de Francia e
Inglaterra, esas obras neolíticas se muestran con la claridad de las cosas no
alteradas por la
inconsciente acción destructora del hombre moderno.
Aunque lo deleznable del material empleado no haya permitido el mantenimiento de muy
fuertes y frecuentes huellas, no hay duda de que los neolíticos trabajaron abundantemente la
madera. Las habitaciones sobre pilotes, de que en seguida hablaremos, y las grandes canoas
monoxilas de los últimos períodos, en la vecindad de la Edad de Hierro, muestran hasta qué
punto este material ocupó un lugar preferente entre sus materias primas. Con él, además,
enmangaron buena parte de sus armas y utensilios, adelanto éste de cuya importancia ya nos
hemos ocupado.