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PEDAGOGÍA - Etapas fundamentales de la educación
PERIODO ESCOLAR
El período escolar propiamente dicho, esto es, el momento en que la educación y la instrucción se
brindan por igual al niño, varía en un lapso comprendido entre los seis y los catorce años, según
las condiciones sociales del lugar y el plan de estudios que se aplica. El antiguo concepto de la
enseñanza, que hacía de la escuela un pasaje para que el individuo aprendiera los rudimentos de
la escritura, de la lectura y del cálculo, ha sido transformado de manera tan radical, que es inútil
insistir sobre insuficiencias ya superadas; por ello nos ocuparemos del aspecto constructivo de la
nueva enseñanza.
La escuela primaria —denominación que viene de cuando era el primer con- tacto del niño con la
enseñanza— abarca un ciclo aproximado de seis años, que varía, por supuesto, con la
organización escolar de los diversos países. En este lapso, el niño cuyas facultades han sido
preparadas y agudizadas por la educación recibida en el jardín de infantes, enfrenta un nuevo
aspecto de su vida. Durante el curso de la preeducación fue un elemento activo, y todo estuvo
puesto al servicio de sus intereses vitales: nada se le enseñó —si por enseñar se entiende instruir—,
y la única preocupación del maestro fue despertar aptitudes, encauzarlas, y educar los sentidos.
Cuando se inicia la preparación escolar, comúnmente a los seis años, la mente del infante está lista
para recibir conocimientos, y durante cierto tiempo, en el transcurso de las clases, puede adoptar
la actitud de receptor. Es el momento en que comienza a aprender. Por otra parte, se implanta un
nuevo tipo de disciplina: se procura que el niño sea consciente del esfuerzo, se le hace comprender
su necesidad, y comienzan a echarse así las bases de su personalidad futura.
El paso del jardín de infantes a la escuela no debe ser brusco, y por ello los primeros grados
conservan ciertos resabios de la antigua labor. No obstante, a medida que la edad lo permite, se
debe acentuar la diferencia; ya no es una iniciación de la vida lo que se brinda al educando, sino la
vida misma, lo que hace necesario un reposo y una actitud de trabajo que en muchos casos iguale
las condiciones a que están sometidos los mayores. Así entendida, la educación primaria será el
verdadero puente entre la primera infancia y la adolescencia, con cuyos albores termina su
cometido y deja libre campo a la enseñanza superior o profesional.