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MUSICA - Obras musicales con argumento
OTRAS FORMAS LIRICAS
El lied o canción es una obra para una voz con acompañamiento de piano, generalmente. Es la
forma más reducida de las obras para el concierto en que interviene la voz humana. Los
numerosos Heder de Schubert y Schumann son la muestra más bella y noble del género.
Y son también obras de música con palabras los corales a cappella, esto es, a voces solas. Hay,
además, obras de música que siguen una idea poética o un argumento literario, sin que sea
éste expresado en palabras por el canto. Las principales de estas obras son, en el teatro, el
ballet; en el concierto, el poema sinfónico.
Agotada, puede decirse, la forma sinfónica, y hasta rota por el ímpetu genial de Beethoven con
sus nueve sinfonías, los compositores buscaron en el desarrollo de una fábula poética la línea
que les diera nueva forma para sus obras orquestales. E imaginaron el poema sinfónico. Fue
Liszt su creador, y Ricardo Strauss el que lo ha llevado al más alto punto de su desarrollo con
sus grandes poemas, de los cuales, sin duda, son los mejores, y han de perdurar, los primeros
que compuso: "Don Juan", "Muerte y transfiguración", y "Las travesuras de Till".
Ya era como un poema sinfónico la obertura, la pieza orquestal que preparaba y precedía a la
representación de una obra teatral. La obertura llegó a su punto culminante con las de Wagner:
no es fácil que sean jamás sobrepasadas las tan famosas de "Tannháuser" y "Maestros cantores".
De Weber tomó Wagner la forma y el desarrollo de sus oberturas; y no pudo escoger mejor
modelo, pues las maravillosas oberturas de "Der Freischutz", "Oberon" y "Euryanthe" son de
una inspiración, una nobleza y un aliento tan altos, que ni la grandeza y la potencia de las de
Wagner las puede oscurecer. Antes que ellos ya compusieron célebres oberturas otros grandes
músicos: Gluck para "Ifigenia", Mozart para el "Don Juan" y "Las bodas de Fígaro", Beethoven
para "Egmont" y "Leonora".
La obertura, lo mismo que el poema sinfónico, aparte de lo que intenten expresar o describir,
han de tener siempre una forma musical correcta en sí. Es decir, que aun escuchadas estas
obras sin conocer su argumento, han de satisfacer completamente el sentido musical, como si
fueran composiciones de música pura. Por esto la obertura ha adquirido personalidad propia
dentro de las formas musicales, y se han compuesto oberturas sin que lo fueran para abrir
ninguna acción dramática, sino sólo como una obra de concierto. Porque la obra musical, sea
cual fuere su título, sus palabras, su intención o su objeto, ha de valer por sus ideas musicales
en sí, y su argumento no ha de ser otro que el que resulte de la trama, composición y
desarrollo de sus temas y sus armonías, que son, en realidad, los personajes y el ambiente de
su particular acción dramática.